En medio de la adversidad, la creatividad y la innovación florecen de maneras inesperadas. Esta es la historia de Roman, un ucraniano que trabaja de forma remota en su proyecto de IA para ZET Construction, una empresa ucraniana especializada en productos de fibra de vidrio, que incluyen decoraciones para fachadas de edificios, diseños para centros comerciales e instalaciones artísticas. A pesar de haber tenido que dejar su país debido a la guerra, Roman se ha mantenido firme, explorando nuevas oportunidades de negocio que desafíen las formas tradicionales de diseño y producción.
La narrativa de Roman guarda paralelismos significativos con lo que ocurre actualmente en diversas industrias creativas, donde la inteligencia artificial (IA) está empezando a redefinir los procesos tanto creativos como productivos. Tal como lo planteaba nuestro último artículo sobre si la IA puede salvar al cine, la tecnología se está posicionando como un recurso para optimizar y liberar creatividad, permitiendo a los humanos enfocarse en lo que verdaderamente importa: la esencia creativa y las historias que conectan con las personas. En ese sentido el recorrido de Roman es fascinante, ya que está utilizando herramientas como Midjourney para revolucionar la manera en que ZET aborda el diseño y la fabricación de productos.
La instalación de Cooperativa Panorámica explora los procesos de creación de diseño; la máquina pide que las personas tomen decisiones y sus respuestas alimentan un algoritmo impulsado por IA con el que cualquiera puede ser un diseñador mexicano. Cualquiera.
Con el respaldo del dueño de ZET, Roman comenzó a experimentar con el diseño y la tecnología aplicando inteligencia artificial. Con Midjourney, Roman creó diseños de mesas a partir de prompts. Realizó un diseño 2D que representaba su visión y mostró la imagen al departamento de producción. Al ser aprobada, comenzó a modelar en 3D. La primera experiencia con la mesa fue prometedora, pero las limitaciones para producir el diseño a escala real llevaron a Roman a pivotar hacia un nuevo proyecto: un florero.
El florero se convirtió en un ejercicio de adaptación y aprendizaje. Roman repitió el proceso, pero esta vez logró llevar el diseño a escala real. Mediante impresión 3D, se creó un molde de tamaño real para producir el florero de fibra de vidrio. Lo más importante es que este molde se convirtió en la base para la producción de una masa de fibra de vidrio, con todos los beneficios de resistencia a los rayos UV y corrosión. Esta nueva línea de trabajo, que Roman ha liderado de manera remota, ha sido un paso importante hacia la integración de IA y técnicas de producción tradicionales dentro de su empresa.
Sin embargo, los retos persisten. La producción a gran escala sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar. Además, pasar de un diseño en 2D generado por IA, a un render 3D completamente detallado requiere múltiples iteraciones y colaboración estrecha con un artista especializado, ya que la IA no proporciona una visión de 360 grados del objeto. Roman y su equipo han tenido que trabajar en cada ángulo y detalle para poder transformar las ideas en un producto que no solo se vea bien en una pantalla, sino que sea funcional y producible en la realidad.
Así como en muchas industrias creativas, donde la IA está permitiendo a los profesionales enfocarse más en la calidad de sus ideas y menos en los aspectos técnicos, Roman ha encontrado una manera de aprovechar la tecnología para reducir el tiempo de iteraciones entre las versiones de sus diseños. Esto plantea una reflexión importante: ¿puede un proceso ser realmente creativo si la parte técnica se deja por completo en manos de la tecnología? La técnica es, a menudo, una extensión de la creatividad, y el dominio de estos elementos técnicos puede ser tan crucial como la concepción de la idea original. Este equilibrio entre lo técnico y lo creativo es fundamental para definir el verdadero alcance de la innovación impulsada por la IA. Este enfoque híbrido humano-IA podría ser la clave para devolver el valor a la creatividad en sectores donde la eficiencia ha prevalecido sobre la innovación genuina.
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Esta historia no es solo la de un proyecto de diseño innovador, sino también la de una resistencia creativa. Roman y su equipo han demostrado que, incluso en las circunstancias más difíciles, la innovación y el trabajo conjunto pueden abrir nuevas posibilidades. Con la combinación de IA, fabricación artesanal y una colaboración transfronteriza, ZET está trazando el camino hacia un nuevo modelo de negocio que podría redefinir cómo se diseñan y producen los objetos en la industria de la construcción.
Mientras el futuro de ZET y Roman sigue evolucionando, queda claro que la tecnología es solo una parte de la ecuación. La determinación, la creatividad y la capacidad de adaptarse frente a la adversidad son los verdaderos motores que impulsan esta historia hacia adelante.
