“Cuando ambos entran en la pista de baile, son iguales”, menciona Fahr sobre los dos b-boys al comienzo de la batalla. Aunque el juez conozca el repertorio del bailarín, no sabe qué movimientos sacará de su arsenal y cómo los combinará.

Por eso Candy Bloise, una b-girl de Nueva York y juez certificada que ha trabajado en las pruebas clasificatorias olímpicas, declaró que normalmente no mueve los deslizadores durante la ronda de la primera participantes: todavía no hay una actuación con la que comparar. Nada de lo que haga la primera competidora tiene valor absoluto. La imagen de quién es mejor solo empieza a perfilarse cuando la segunda bailarina comienza su serie.

“Cuando comienzas a aprender a manejar este sistema, buscas desequilibrios”, explica. Lo compara con un balancín. “Cuando eres niño y te dan los cubitos, 10 por un lado y 10 por el otro, y entonces te indican: ‘Quita un cubito’, y la balanza baja un poco, es algo parecido al breaking y las batallas”, dice. “Te darán un cubito grande por el airflare, pero entonces este chico contará con tres cubitos porque ha bailado mucho más que tú”.

Y a veces, en las manos adecuadas, los cubos de baile y de fundamentos llegan a pesar más que los cubos de potencia. “Si te fijas en alguien como Jeffro, lo he visto hacer una ronda completa sin absolutamente nada de power [moves] y ganar”, comentó sobre Jeffrey “Jeffro” Louis, uno de los dos hombres estadounidenses clasificados en la competición.

Los jueces evalúan cada ronda por separado, en lugar de limitarse a votar por quién consideran que ganó la batalla una vez completadas todas las etapas. La suma de las partes es mayor que el todo. Este enfoque aborda el problema del sesgo de recuerdo (favorecer los acontecimientos recientes frente a los históricos), un problema en muchas batallas. (Y en la gimnasia universitaria femenina, donde un descenso clavado parece hacer que los jueces olviden los errores de ejecución durante toda la presentación). Los jueces mueven los controles deslizantes de los cinco criterios en una u otra dirección, mucho o poco, dependiendo de la evaluación que hagan del oponente. El bailarín llega a obtener el voto del juez, por poco o por toda una goleada. “El lado rojo puede ganar al azul por un 2 o un 33%”, explica Richard “Rich Nyce” Marshall, que forma parte del Breaking For Gold USA Dance Council. Ganas una ronda obteniendo la mayoría de votos del jurado; ganas la batalla coronándote en más rondas que tu oponente. (La excepción a esto es la fase de round-robin, en la que el número de rondas ganadas en total determinará si llegas a la fase de batalla 1 contra 1 de la competición).

Más allá del propio sistema, está la labor de supervisión de los jueces, todos ellos certificados. Victor “Kid Glyde” Alicea, hijo del b-boy Glyde de la legendaria banda Dynamic Rockers, evalúa el trabajo de los jueces para la WDSF. Describe el proceso de verificación del desempeño de los jueces para asegurarse de que es imparcial. “Una forma sencilla de hacerlo es que si los otros ocho jueces votan a favor del otro bando, de otros bailarines o atletas… cuestionamos al juez”, comenta. También señala que revisan las decisiones de los jueces después de los eventos más importantes. Esto es similar a lo que ocurre en otros deportes, como la gimnasia, que repasa el trabajo de los jueces después de las grandes competiciones y también se fija en aquellos cuyas puntuaciones quedan “fuera de rango”.

Es bueno mantener un control de los jueces, pero nada de esto cambia la subjetividad de todo ello, que algunos considerarán un anatema para el deporte. Pero incluso en las Olimpiadas y fuera de su contexto habitual, el breaking sigue siendo una forma de arte. El sistema que se creó para evaluarlo no sirve para decirle a los b-boys y las b-girls lo que tienen que hacer. Es descriptivo, no prescriptivo.

Sin embargo, lo que importa en definitiva es el baile. Bloise, que participará como comentarista de televisión durante los Juegos, asegura que un espectador aficionado que tal vez vea el breaking por primera vez fuera de una película para adolescentes debe centrarse en la forma en que se mueve el competidor. “Quieres ver a alguien que está interpretando la música, pero que también es capaz de mover libremente su cuerpo de forma dinámica y artística”, destaca. La experiencia que describe se parece más a apreciar el arte que a ver deportes. Y quizá así deba ser.

Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Andrei Osornio.


Phil Wizard fotografiado el 12 de abril de 2024 en Toronto, ONT

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Por Agencias

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