El enigma de Tiwanaku

Tiwanaku, también conocida como Tiahuanaco, es una antigua ciudad ubicada en el altiplano boliviano, unos 20 kilómetros al sureste del lago Titicaca. Fue la capital de la civilización tiahuanacota, una cultura preincaica que floreció en el oeste de Bolivia, suroeste de Perú, y norte de Argentina y Chile.

La influencia de Tiwanaku fue tan importante que incluso se expandió hacia otras civilizaciones andinas, dejando una huella duradera tanto en términos tecnológicos como religiosos. Sin embargo, desde su descubrimiento en el siglo XVI, tanto la ciudad como su cultura han permanecido como un enigma para arqueólogos e investigadores.

Tiwanaku, también conocida como Tiahuanaco, es una antigua ciudad ubicada en el altiplano bolivianoxeni4ka/iStockphoto

Construcción monumental y recursos limitados

Aunque se cree que la ciudad se estableció alrededor del año 1500 a.C., se desconoce quiénes fueron sus verdaderos fundadores y cómo lograron construir las monumentales estructuras que la adornan, ya que en la región no había herramientas de metal o animales de tiro, un misterio arqueológico que permanece sin resolverse.

La arquitectura de Tiwanaku es un logro que desafía la lógica. La ciudad en lo que hoy es Bolivia alberga enormes monolitos, templos y otras estructuras monumentales que se elaboraron sin aparentes recursos avanzados. Los constructores de Tiwanaku dependían principalmente de herramientas de piedra y mano de obra humana, una cuestión que continúa desconcertando a los arqueólogos.

Otro enigma de esta cultura se relaciona con el colapso de Tiwanaku. A pesar de los numerosos esfuerzos de los investigadores, no se ha encontrado una explicación definitiva sobre por qué la ciudad fue abandonada. Existen algunas teorías como sequías prolongadas, conflictos internos o cambios en las redes comerciales; sin embargo, ya que la cultura no dejó evidencia escrita, la comprensión de su desaparición se dificulta aún más.

Influencia en la cultura de los Chullpas

Tiwanaku estaba relacionada con la cultura chullpa, conocida por erigir las colosales torres funerarias que aún se encuentran en la región del altiplano, una técnica fúnebre similar a la tiahuanacota. Estas estructuras sirvieron como tumbas para personas de alto rango, quienes solían ser momificadas y enterradas junto a objetos de valor.

Con cerca de 2,500 años, desde el 1500 a.C. hasta el año 1000 d.C., la cultura tiahuanacota es una de las más longevas de América del Sur. Tiahuanaco, su capital, abarcaba la Meseta del Altiplano y se caracterizaba por su conocimiento del bronce, lo que le otorgó una ventaja tecnológica y militar significativa en comparación con otras culturas andinas en ese momento.

Su influencia se expandió desde el siglo VII y se extendió hasta la costa, los valles mesotérmicos y el altiplano. Esta expansión se basó en una economía de intercambio de productos y movilización de personas que implicó una organización territorial basada en pisos ecológicos. De esta manera, los tiahuanacotas aprovecharon una variedad de recursos naturales presentes en las distintas altitudes y ecosistemas del altiplano andino.

Sin embargo, tras una guerra civil en el siglo XII, Tiwanaku se fragmentó en señoríos aimaras, su población abandonó la ciudad y la cultura entró en declive. Esta teoría apunta a que la sociedad de Tiwanaku, altamente jerarquizada y centralizada, era controlada por élites gobernantes totalitarias que pudieron haber llevado a tensiones y desigualdades significativas.

La guerra civil posiblemente surgió como resultado de disputas internas de poder, riqueza, control territorial o rivalidades entre facciones que ocasionaron enfrentamientos armados. Como resultado, los señoríos aimaras y otras civilizaciones locales ocuparon la región en el período posterior, marcando el fin de la era de Tiwanaku como una potencia dominante en el altiplano andino.

La influencia de Tiwanaku fue tan importante que incluso se expandió hacia otras civilizaciones andinasdiegograndi/iStockphoto

El enigma perdurará

A pesar de los esfuerzos de los arqueólogos y las investigaciones en curso, el enigma de Tiwanaku persiste debido a la falta de documentación escrita en torno a su origen y su arquitectura monumental.

La ausencia de registros escritos se atribuye a factores como la dependencia de la tradición oral, la falta de un sistema de escritura desarrollado y la posibilidad de que cualquier escritura existente se haya realizado en materiales perecederos. Esta carencia ha llevado a los investigadores a depender de la arqueología y otras formas de evidencia material para comprender la historia y la cultura de Tiwanaku.

A pesar de los desafíos, Tiwanaku sigue atrayendo a científicos de todo el mundo que buscan desentrañar sus secretos y arrojar luz sobre una de las civilizaciones más intrigantes de América del Sur.

Por Agencias