Las pirámides mayas fueron construidas por extraterrestres. Una civilización avanzada hizo Stonehenge. Las líneas de Nazca son pistas de aterrizaje para naves alienígenas. Estas y tantas afirmaciones sin fundamento científico se difunden por todas partes, y la web es el mejor lugar para amplificar su ruido.

La humanidad siempre ha tenido la tendencia, más o menos justificada, de atribuir a seres superiores la realización de obras aparentemente demasiado complejas, demasiado bellas para sus capacidades, para su intelecto limitado. Muchas teorías que ven a los extraterrestres como autores de obras maestras de todo tipo se desarrollaron en paralelo con el surgimiento de la arqueología moderna. Las pirámides mayas y las pirámides egipcias, Stonehenge, los moai de la isla de Pascua, por no hablar de las líneas de Nazca, geoglifos que se consideran claramente trazados por una mano alienígena para ser visibles desde lo alto por seres que dominan el cielo. Ni que decir tiene que son innumerables las páginas que retoman estas teorías y las hacen suyas.

ERNESTO BENAVIDES/Getty Images

Desde Homero hasta Shakespeare, los escritores que nunca existieron

Cuesta pensar en personas capaces de erigir las pirámides hace miles años. También es difícil pensar en un hombre que pudiera escribir dos hitos literarios como La Ilíada y La Odisea hace casi 3,000 años. Y de ahí a afirmar que Homero nunca existió hay un paso muy corto. La cuestión homérica, el debate que comenzó ya en la antigüedad, sigue abierta: para los escépticos más refinados, los poemas son obra de dos autores distintos, o una tradición oral que más tarde se convirtió en un texto escrito. Pero aunque los estudios más recientes reevalúen la hipótesis de un Homero de carne y hueso, siempre queda una pizca de envidia escéptica hacia el genio. Escepticismo que se hincha hasta niveles extremos cuando se trata de otro gran escritor: Shakespeare, de quien de vez en cuando, según las teorías del momento, se dice que fue un siciliano, un sirio, un mozo de cuadra o un amante de la reina Isabel I. Hay para quienes Shakespeare sería el seudónimo de la propia reina, que se habría deleitado componiendo obras de teatro. Para otros, Shakespeare era en realidad Francis Bacon o Christopher Marlowe. En definitiva, prácticamente cualquiera, menos el Bardo de Avon. Para profundizar en el tema y perderse entre cientos de suposiciones (algunas de ellas sugerentes), no hay más que navegar por internet.

Fácil: fueron los extraterrestres

Entre las teorías más “fascinantes” que se divulgan en la red están, sin duda, las que ven técnicas y hechuras imposibles en las esculturas más realistas. Entre las víctimas más populares de esta forma de pensar se encuentra una obra que, en realidad, no figura entre las más conocidas: el busto de mármol blanco de Maria Duglioli Barberini, de Giuliano Finelli, de 1626.

Por Agencias

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