Publicado por

CDMX

Verificado por

Creado: 21.09.2024 | 21:59

Actualizado: 21.09.2024 | 21:59

Poncio Pilato era un hombre ocupado. Entre sus múltiples tareas, como gobernador de Judea, estaba la construcción de acueductos y otros proyectos de obras públicas, según escribe la historiadora estadounidense Rebecca Denova. Además de mantener la infraestructura de las ciudades bajo su administración, en ocasiones también tenía que castigar a quienes desafiaran su autoridad. La crucifixión era, entre todos los métodos de asesinato, quizás el más brutal en el repertorio de castigos —y por el cual pasó a la historia.

A pesar de que la historia ha juzgado a Pilato como un hombre brutal, no fue el primero —ni el último— en aplicar el castigo por crucifixión. De hecho, era una práctica común entre los romanos quienes, a su vez, lo aprendieron de otras civilizaciones previas a ellos. Ésta es su historia.

Te puede interesar: 5 técnicas de tortura que utilizaban los asirios con los pueblos que conquistaban

Brutal, doloroso y vergonzoso

Los asirios eran famosos por sus técnicas brutales de tortura, que aplicaban sin piedad a los pueblos que dominaban.Crédito: Internet Archive Book Images/Wikimedia Commons

Aunque el castigo por crucifixión se hizo famoso tras el asesinato de Jesucristo, hacia el siglo I de nuestra era, no fueron los romanos quienes inventaron esta técnica de tortura. Por el contrario, ya era popular y ampliamente empleada por otras civilizaciones en Medio Oriente, milenios antes del esplendor del Imperio. De acuerdo con la National Library of Medicine (NLM) de Estados Unidos, se ha rastreado hasta Babilonia y Asiria, dos de las grandes civilizaciones de la Antigüedad.

Y no es de sorprenderse. Los asirios eran famosos por sus técnicas brutales de tortura, que aplicaban sin piedad a los pueblos que dominaban. Hacia el III milenio a. C., ya habían desarrollado tecnología con la única función de lastimar a los habitantes de sus nuevos territorios. Empalamiento, desollamiento y molienda de huesos destacaron entre las formas más violentas y dolorosas de asesinato que aplicaron en sus campañas militares. Entre ellos, explica la institución, la crucifixión era considerada como “uno de los modos de muerte más brutales y vergonzosos”.

Muchas de estas técnicas también fueron aplicadas por otros pueblos, como los persas que, hacia el siglo VI a. C., también crucificaban a sus adversarios políticos y criminales. De general en general, varios complejos militares aprendieron y aplicaron la crucifixión como método de castigo público. Incluso Alejandro Magno, el gran conquistador macedonio, “lo trajo desde allí a los países del Mediterráneo oriental en el siglo IV a.C., y los fenicios lo introdujeron en Roma en el siglo III a.C”, añade el acervo.

También lee: Qué sabemos del Gólgota, el monte donde castigaban a los peores criminales del Imperio Romano

«Elí, Elí, ¿lema sabactani?»

Cristo crucificado entre dos ladrones (1653), de Rembrandt.Crédito: Rembrandt/Wikimedia Commons(Creative Commons Zero, Public Domain Dedication)

Sucedió en Jerusalén. Después de tres años de predicar un mensaje de compasión y amor por el Otro, Jesús de Nazaret fue condenado a muerte por Poncio Pilato, el gobernador que impuso el castigo de crucifixión. Como “el quinto magistrado en servir en la provincia de Judea”, documenta World History Encyclopedia, tenía el poder y la obligación de juzgar a los peores criminales del Imperio. Y no sólo eso: de condenarles según lo que el pueblo deseara.

Más que por su gobierno, Pilato pasó a la historia por haber condenado a Cristo a la muerte en cruz. Según el relato bíblico, fue un suplicio lento, doloroso y muy, muy largo. Aunque, según el Nuevo Testamento, Jesús sabía lo que le esperaba, el castigo fue tan doloroso, que famosamente pronunció estas palabras: «Elí, Elí, ¿lema sabactani?», que se ha traducido del hebreo como “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Cristo de Grünewald (1523-1524), de Matthias Grünewald.Crédito: Matthias Grünewald/Wikimedia Commons

Generalmente, documenta la NLM, eran los esclavos, soldados deshonrados, extranjeros y los cristianos después de Jesús quienes eran condenados a esta muerte lenta y dolorosa. El castigo estaba destinado para aquellos ‘indeseables’ de la sociedad, para que verdaderamente sufrieran con toda la ira del Imperio Romano. Por ello, también, los soldados romanos que crucificaron a Jesús colocaron en la cima de la cruz un letrero con la leyenda INRI: Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, que se traduce del latín como Jesús de Nazareth, Rey de los Judíos.

Esta leyenda era una burla a la trayectoria de predicador que tuvo durante varios años. Sobre todo, porque sus seguidores lo conocían así. El caso de Jesús, nuevamente, se consolidó como un castigo ejemplar para todos aquellos que quisieran ‘rebelarse’ contra la religión oficial romana, que en ese momento era politeísta. O en realidad para cualquiera que quisiera desafiar al Imperio y sus formas. Hoy, la crucifixión es el símbolo por excelencia de la cristiandad: el ícono del martirio que sufrió su mesías y que, según esta tradición religiosa, pasó a la historia como el suplicio con el que ‘libró del pecado’ al mundo.

Por Agencias