En los meses posteriores al ataque del 7 de octubre de Hamás contra Israel, la conversación en los campus universitarios se caracterizó por una tensión palpable. El aumento de la retórica antisemita y antimusulmana enredó a numerosas universidades en debates sobre la libertad de expresión. A finales de abril, cuando la guerra entre Israel y Hamás entraba en su quinto mes, los estudiantes de la Universidad de Columbia y de otras instituciones de Estados Unidos empezaron a protestar, pidiendo un alto al fuego. En medio de todo esto, una plataforma ha servido de punto de encuentro: Sidechat, una app de redes sociales que se ha convertido tanto en un lugar de diálogo sobre las protestas como en un semillero de discursos de odio.
En las últimas semanas, cuando estallaron las manifestaciones en Columbia, la Universidad de Nueva York, Yale, Princeton, la Universidad de Texas y otros lugares, los estudiantes recurrieron a la aplicación para compartir memes y expresar su consternación por las respuestas de sus administradores.
El 22 de abril, tras un fin de semana de detenciones en Columbia, Colin Roedl, editor de la sección editorial del Columbia Daily Spectator, dirigido por universitarios, declaró a Slate que los alumnos estaban viendo “llamadas a la solidaridad” en la aplicación. Al día siguiente, unos 3,000 empleados, estudiantes y miembros de la comunidad de Columbia firmaron una carta dirigida a la presidenta de la institución educativa, Minouche Shafik, al consejo de administración y a los decanos de la universidad en apoyo a “la seguridad en el campus y la libertad académica”. Incluía un enlace a una carpeta de capturas de pantalla de Sidechat en las que aparecía gente preguntando cómo unirse a los campamentos del campus y a debates sobre el sionismo.
El martes, el Departamento de la Policía de Nueva York detuvo a cientos de manifestantes en Columbia y en el City College de Nueva York.
Antes de las protestas, los administradores de otras universidades, como Harvard y Brown, habían intentado intensificar la moderación en Sidechat, citando el aumento de denuncias de acoso y discursos de odio por parte de estudiantes que usaban la plataforma. La retórica de la aplicación se había vuelto “deshumanizadora, racista, homogeneizadora y llena de odio”, comenta Aboud Ashhab, estudiante palestino de Brown. Andrew Rovinsky, alumno judío de la universidad, la califica de “cloaca”.
Dado que la característica distintiva de la aplicación es que la conversación entre estudiantes se realiza de forma anónima, pues los usuarios no publican con sus nombres reales, los mensajes tóxicos y el lenguaje denigrante fluyen libremente. “En Sidechat, lo que encuentras es un montón de gente participando en la retórica más vil que hayas visto, porque es anónima”, destaca Rovinsky.
El discurso de odio fuera de control en Sidechat
Lanzada en 2022 como una herramienta para que los estudiantes universitarios comentaran lo que ocurría en los campus, Sidechat se difundió rápidamente por las universidades estadounidenses. Al igual que la primera versión de Facebook, la app requiere un email de una universidad para iniciar sesión, y aunque al principio sirvió como centro de chismes y quejas colectivas, en los últimos meses los administradores de las instituciones educativas empezaron a darse cuenta de que las discusiones en la plataforma eran más acaloradas e imploraron a Sidechat que reforzara la moderación de sus contenidos.
Aunque las directrices de uso de la aplicación establecen que la plataforma no permite contenidos que “perpetúen la opresión de las comunidades marginadas promoviendo la discriminación (o el hostigamiento) contra determinados grupos de personas”, tanto Sidechat como su predecesora Yik Yak han sido objeto de críticas por facilitar un entorno online que favorece la incitación al odio.