Entre las principales amenazas al patrimonio arqueológico subacuático, destacan las condiciones ambientales del entorno de los vestigios sumergidos en aguas profundas. Entonces, “la presión, temperatura, tipo y concentración de sales, especies biológicas y fuerza del flujo del agua son algunos elementos ambientales que al interactuar con la pieza produce su modificación química o física, y consecuentemente su deterioro”, plantean el ingeniero químico industrial Ildefonso Esteban Pech y la ingeniera bioquímica Yolanda Espinosa Morales, autores de un estudio publicado recientemente en Glifos, la revista del Centro INAH Campeche.

La nanotecnología y los tesoros subacuáticosShutterstock

Ambos especialistas forman parte de un equipo multidisciplinario de la dirección de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Centro de Investigación en Corrosión de la Universidad Autónoma de Campeche. Se trata de un grupo integrado por arqueólogos, historiadores, biólogos, químicos y restauradores dedicados, desde hace más de una década, a la conservación del patrimonio subacuático y que han unido esfuerzos para investigar y experimentar nuevas técnicas, como la nanotecnología, que permitan mantener ese tesoro en buenas condiciones e incluso detener su deterioro.

Definida como el área de investigación, desarrollo e innovación centrada en la materia a la más diminuta escala (de átomos y moléculas, medidos en nanómetros), la nanotecnología tiene en la arqueología subacuática uno de sus grandes campos de aplicación. Para el efecto, los especialistas en esta disciplina diseñan y elaboran nuevos materiales que, a dimensiones extremadamente pequeñas, suelen presentar propiedades fisicoquímicas mejoradas en relación con los materiales tradicionales. Como resultado, “actualmente existe un auge importante en el desarrollo y aplicación de nuevos materiales nanotecnológicos con la finalidad de detener la degradación de la pieza, e incluso para revertir el estado de deterioro del objeto e intentar regresarlo a las condiciones que inicialmente tenía”, explican los ingenieros Pech y Espinosa.

Añaden que es común recuperar de un naufragio objetos metálicos que muestran un gran deterioro debido a la corrosión provocada por el agua y las sales marinas, o bien, a causa de biopelículas o biocostras producidas por el contacto de microorganismos marinos con las piezas. También es frecuente encontrar, entre los tesoros subacuáticos, objetos de madera, material propenso a degradarse por la acidificación debida a la acción metabólica de bacterias y frágil al ser susceptible a romperse por efectos ambientales como los microorganismos y la propia agua. Por su parte, el vidrio es un material que suele formar parte de piezas arqueológicas subacuáticas y que también puede sufrir daño debido a la erosión provocada por el flujo de agua y la degradación a causa de las bacterias en ésta.

Los tesoros que oculta el ‘Mundo submarino’.Wikimedia Commons

Para prevenir y revertir en lo posible el deterioro de los materiales, se han desarrollado soluciones alternativas a las tradicionales, como los recubrimientos nanométricos para aumentar la resistencia a la corrosión de las piezas metálicas, y las nanopartículas de plata, cobre y óxido de zinc para protegerlas de la colonización microbiana; las nanopartículas de hidróxido de magnesio e hidrógeno de calcio para neutralizar la acidez en los objetos de madera y la nanocelulosa y las nanopartículas de dióxido de titanio para mejorar las propiedades mecánicas de este tipo de material; así como la adición de nanopartículas de silicio y aluminio para reforzar la dureza del vidrio, entre otras innovadoras soluciones.

Por Agencias