América Latina es un tesoro vivo de historia antigua, donde las civilizaciones precolombinas dejaron un legado de gran valor en forma de majestuosas zonas arqueológicas. Estas áreas son testimonios de culturas antiguas, ventanas al pasado que nos permiten comprender mejor el desarrollo humano en la región. Aquí presentamos las cinco zonas arqueológicas más importantes de América Latina. Cada una se destaca por su propia riqueza cultural y arquitectónica, que fascina a sus visitantes.

Machu Picchu (Perú)

Machu Picchu (Perú)Unsplash

Ubicada en lo alto de los Andes peruanos, Machu Picchu es quizás la zona arqueológica más famosa de América Latina. Se cree que fue una de las residencias del noveno inca del Tahuantinsuyo, Pachacútec, aunque en ella también están los restos de un santuario.

Su nombre significa ‘montaña vieja’, y hace alusión al lugar donde se ubica, a unos 2453 metros de altura, en un promontorio rocoso entre los cerros de Huchuy Picchu y Huayna Picchu. Construida por la cultura Inca en el siglo XV, esta ciudadela tiene un sofisticado sistema hidráulico ubicado en un paisaje montañoso impresionante, lo que la convierte en un testimonio asombroso de la ingeniería inca.

Teotihuacán (México)

Teotihuacán (México)Unsplash

Teotihuacán, situada en el valle de México, fue una de las ciudades más grandes y poderosas de Mesoamérica durante su apogeo entre los siglos I y VIII d.C. Su nombre significa el “lugar donde fueron creados los dioses” y debe su nombre a los mexicas, que la llamaron así seis siglos después de su abandono.

También lee: Ella era Xochiquetzal, la diosa mexica de las parejas jóvenes, las artes y los placeres amorosos

Conocida por sus impresionantes pirámides del Sol y de la Luna, así como por sus amplias avenidas y complejos residenciales, Teotihuacán fue un importante centro político, religioso y cultural. Su arquitectura monumental y su influencia en las culturas posteriores hacen de esta zona arqueológica un sitio de gran relevancia histórica.

Tikal (Guatemala)

Tikal (Guatemala)Unsplash

En el corazón de la selva guatemalteca se encuentra Tikal, uno de los principales centros urbanos de la civilización maya clásica. Conocida por sus imponentes pirámides, templos y palacios, Tikal se desarrolló entre los siglos IV y X d.C. y jugó un papel crucial en el mundo maya, tanto en términos políticos como religiosos.

También lee: 5 datos sorprendentes sobre la cultura maya

Su ubicación en medio de la exuberante selva y su arquitectura monumental la convierten en un destino fascinante para los amantes de la historia y la naturaleza. En su máximo esplendor llegó a estar habitada por unas 70.000 personas. Sin embargo, un siglo después, la gran urbe fue abandonada y durante siglos la selva ocultó sus impresionantes edificios a ojos del mundo.

Chichén Itzá (México)

Chichén Itzá (México)Unsplash

Este es otro importante sitio arqueológico de la civilización maya ubicado en la península de Yucatán en México. Construida entre los siglos VI y XII d.C., esta ciudad fue un centro ceremonial y político crucial en la región. Destaca por su famosa pirámide de Kukulcán, también conocida como El Castillo, así como por el Templo de los Guerreros, el Observatorio y el Juego de Pelota.

También lee: UNAM bombardeará Chichén Itzá con rayos cósmicos para sacar una ‘radiografía’ de la pirámide

Chichén Itzá, cuyo significado es “boca del pozo de los itzaes”, hace referencia al cenote que se encuentra al norte de la pirámide de Kukulcán. El recinto arqueológico, tal como se encuentra hoy, ocupa 15 km cuadrados, es Patrimonio de la Humanidad desde 1998 y constituye uno de los testimonios mejor preservados de la civilización maya, además de haber sido escogida como una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno.

Isla de Pascua (Chile)

Isla de Pascua (Chile)Unsplash

En esta isla se pueden encontrar un total de 900 moáis, que son Patrimonio de la Humanidad desde 1995. Uno de los grandes misterios de la arqueología es cómo se pudieron levantar y transportar estas enormes estatuas que se erigieron en la isla de Pascua como tumbas y para venerar a los ancestros de la cultura rapanui.

Se cree que la técnica que usaron los habitantes de la isla para transportar estas esculturas de varias toneladas de peso fue a través de cuerdas. Con ellas hacían ‘caminar’ a las piedras al manipularlas en sitios estratégicos. Desde su colonización inicial por inmigrantes polinesios, el aislamiento de la isla favoreció el desarrollo de una cultura de rasgos únicos en el mundo.

Por Agencias