La Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, es la institución de estudios superiores más antigua de Estados Unidos y una de las más influyentes del planeta. Desde su fundación en 1636, Harvard ha forjado su reputación como la mejor en los rankings internacionales debido a su excelencia académica y su vasta colección de recursos intelectuales.

Entre sus tesoros más preciados se encuentra el sistema de bibliotecas privadas y académicas más grande del mundo, uno de los mayores centros del conocimiento que comprende 79 bibliotecas individuales y compilan más de 20 millones de volúmenes. Entre ellas, una de las más destacadas es la Biblioteca Widener y su extensa variedad de libros, manuscritos y archivos que abarcan siglos de sabiduría humana.

Nombrada en memoria de Harry Elkins WidenerMR1805/ iStock

Un homenaje para las posteridad 

Nombrada en memoria de Harry Elkins Widener, un bibliófilo graduado de Harvard que perdió la vida junto con su padre durante el hundimiento del Titanic, en 1912, la Biblioteca Widener fue erigida el mismo año de la tragedia gracias a su madre Eleanor Elkins Widener, quien llevó a cabo una donación sin igual para perpetuar la memoria de su hijo.

Profundamente conmovida por la pérdida, Eleanor Elkins aportó la valiosa colección de 3,300 libros de su hijo y una considerable suma de dinero a la Universidad de Harvard para erigir la biblioteca, que abrió sus puertas en la Facultad de Artes y Ciencias en 1915. Una de las incontables leyendas que se cuentan en los pasillos de Harvard es que, a raíz del trágico destino de Harry, la universidad implementó competencias de natación para los estudiantes como requisito para graduarse, aunque no existen fundamentos para aseverarlo.

Colección atemporal

Desde su fundación, el repertorio de la Biblioteca Widener ha crecido hasta albergar cerca de 3.5 millones de volúmenes en más de 100 idiomas, incluyendo joyas literarias originales de autores como Charles Dickens y Robert Louis Stevenson. Además, en el corazón del edificio se encuentran las Salas Conmemorativas, donde se exhibe la colección de Harry Widener tal como estaba en el momento de su fallecimiento con tesoros literarios como los primeros folios de Shakespeare y ejemplares con dedicatorias de autores como Robert Louis Stevenson, Thackeray, Charlotte Brontë, Blake, George Cruikshank, Isaac Cruikshank, Robert Cruikshank y Dickens

Sin embargo, su mayor tesoro tipográfico es una de las 38 copias en perfecto estado que aún existen de la Biblia de Gutenberg, adquirida por Peter A. B. Widener, abuelo de Harry, quien tenía la intención de sorprender a su nieto una vez que el Titanic atracara en Nueva York. Impresa en la década de 1450 y añadida a la colección por la familia Widener en 1944, este ejemplar también fue objeto de un intento de robo en 1969.

Con sus 92 kilómetros de estanterías y ocho kilómetros de pasillos distribuidos en 10 niveles, la biblioteca es un laberinto de investigación que resguarda una de las colecciones en humanidades y ciencias sociales más completas y exhaustivas del mundo. “Se podrían destruir todos los demás edificios de Harvard y, con Widener en pie, seguir teniendo una universidad”, aseguraba el eminente profesor de literatura inglesa en Harvard George Lyman Kittredge, a inicios del siglo xx.

Descubre la Biblioteca Widener de Harvard, un tesoro académico con millones de volúmenes en memoria de un coleccionista que falleció en el Titanic.marvinh/ iStock

Laberinto de sabiduría

Pero la Biblioteca Widener no solo es valiosa por su contenido, sino también por su impresionante arquitectura. El edificio de ladrillo rojo de Harvard y piedra caliza de Indiana fue diseñado por Horace Trumbauer (quién colaboró en la creación del Museo de Arte de Filadelfia) y combina elementos neoclásicos con renacentistas para crear un ambiente solemne, mientras que su fachada presenta columnas con capiteles corintios, detalles escultóricos y una cúpula que se alza sobre los techos de Cambridge.

En su interior, al estilo de la antigua Roma, los estudiantes son recibidos por un vestíbulo rodeado por murales, vidrieras y esculturas. Las alas este, sur y oeste albergan las estanterías, mientras que el ala norte contiene oficinas y salas de lectura, incluida la Sala de Lectura Loker, que se extiende 13 metros de profundidad y 13 de altura como “el espacio interior más ostentoso de Harvard”, según el historiador de arquitectura Bainbridge Bunting.

A pesar de su impresionante tamaño y su riqueza de recursos, hoy día la biblioteca y sus bibliotecarios se esfuerzan por mantener un lugar acogedor y accesible para ayudar a los visitantes a navegar por sus vastas colecciones y encontrar la información que necesitan. Este tesoro intelectual en el corazón de Harvard continúa impulsando a generaciones de estudiantes y académicos al brindar un espacio para la exploración y el aprendizaje, donde la educación y la diversidad intelectual se valoran y promueven de manera constante. 

Por Agencias