La mayoría de los 2.3 millones de habitantes de la Franja de Gaza carecen de electricidad y agua, y tampoco tienen adónde huir de los cientos de ataques israelíes sobre el diminuto enclave.
El territorio palestino, uno de los lugares más densamente poblados de la Tierra, está sitiado desde el sábado en un bombardeo casi constante que, según las autoridades sanitarias gazatíes, ha matado a más de 1,300 personas. El bombardeo es una represalia por un ataque devastador contra Israel del grupo gobernante de Gaza, Hamás , que según el ejército israelí ha matado a más de 1,200 personas.
La única central eléctrica de Gaza, que llevaba días funcionando de forma intermitente, se cortó el miércoles tras quedarse sin combustible. Sin electricidad, no se puede bombear agua a las casas. Por la noche, la oscuridad es casi total, interrumpida por las bolas de fuego y teléfonos usados como linternas.
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“He vivido todas las guerras e incursiones del pasado, pero nunca he presenciado nada peor que esta”, dijo Yamen Hamad, de 35 años, padre de cuatro hijos, cuya casa fue destruida por los ataques israelíes contra la ciudad de Beit Hanoun, en el norte de Gaza.
“¿Por qué? ¡No hemos hecho nada!”, grita un hombre, contemplando cómo se llevan los rescatistas el cadáver de un familiar suyo. Lo acaban de sacar de entre los escombros en un barrio residencial de la Franja de Gaza, bombardeada sin cesar por los israelíes en respuesta a la ofensiva de Hamás.
Un poco más lejos, en Shati, el mayor campo de refugiados del enclave, arrasado por las guerras y la pobreza, alguien grita: “¡Vengan! ¡Todavía está vivo!”.
Un socorrista se acerca, agarra la mano que emerge de entre los escombros y, ayudado por varios colegas y vecinos, logra rescatar a un hombre, atrapado entre los cascotes. Tiene la cabeza ensangrentada.
Decenas de voluntarios han acudido a ayudar a los equipos de rescate en esta zona, para encontrar los cuerpos y eventuales heridos entre los escombros dejados por el último bombardeo israelí en la Franja de Gaza, sometida ya a un “asedio total”, sin agua, electricidad ni carburante.
Hospitales colapsados
En un hospital de Khan Younis, en el sur de Gaza, familiares y amigos hacían cola frente a una morgue sobrepasada, donde los cadáveres estaban tendidos en el suelo porque las neveras estaban llenas o no tenían electricidad.
Los deudos estaban desesperados por enterrar rápidamente a sus seres queridos antes de que el calor les pase factura. Hablaban brevemente a los cuerpos, rezando para que sus almas descansen en paz, antes de llevarlos a las tumbas cercanas, con camillas si las había, o sin ellas.
Algunas personas que se encontraban fuera del hospital habían traído mantas o cartón para dormir, otras se habían tirado directamente al suelo desnudo. Había largas colas para usar los escasos aseos del hospital.
En otro hospital, Mohammad Abu Mughaseeb, doctor de Médicos Sin Fronteras, afirmó que hacía años que faltaban suministros médicos y que el asedio israelí significaba que las existencias, cada vez más escasas, se agotarían en semanas, afirmó.
“Si las cosas siguen así durante unos días, el sistema de salud colapsará”, dijo después de dormir en el hospital porque su propia casa había resultado dañada por una explosión.
“Los heridos y enfermos deben recibir atención médica. Las instalaciones y el personal médicos deben ser protegidos y respetados. Los hospitales y las ambulancias no son objetivos”, señala Médicos Sin Fronteras en un comunicado.
En el hospital al Shifa, el más grande de Gaza, reina el caos.
Entre las idas y venidas de ambulancias, se amontonan vecinos para preguntar sobre sus allegados. Los heridos que vienen y van y también hay niños sentados en el suelo, paralizados, en silencio.
Un enfermero deja a uno de los menores al cuidado de un médico y pregunta, a gritos: “¿Alguien conoce a este niño?”.
Después, corre a atender a decenas de heridos que, acostados en unos finos colchones de espuma, esperan a ser atendidos.
Desde la morgue llegan sollozos, gritos de dolor, lamentos. El depósito de cadáveres está lleno e incluso hay decenas de cuerpos, envueltos en sábanas, yaciendo en el suelo.
Un joven sale de allí, temblando. “Quizá no esté muerto. Su cuerpo no está ahí”, dice.
“Vamos a ver en el servicio de urgencias, seguramente lo estén operando”, repite, como si tratara de convencerse a sí mismo.
El Ministerio de Salud de Gaza dijo que se esperaba que los hospitales y otras instalaciones médicas que funcionan con generadores de combustible se quedaran sin energía en los próximos días.
El ministerio dijo que temía que las instalaciones de tratamiento de aguas residuales también se paralizaran, lo que provocaría un aumento de los residuos y las enfermedades en todo el territorio.
Venganza
Con la única frontera de la franja bloqueada por las autoridades egipcias, la gente dijo que estaba atrapada. Temían que lo peor esté aún por llegar, incluida una posible invasión terrestre, ya que Israel busca venganza por el ataque militante palestino más mortífero en sus 75 años de historia.
En el ataque sorpresa del sábado, militantes de Hamás irrumpieron desde Gaza y mataron a cientos de personas, dejando cadáveres esparcidos por un festival de música y una comunidad de kibbutz. Decenas de israelíes y otras personas han sido llevados a Gaza como rehenes y algunos han sido paseados por las calles.
El ataque de Hamás suscitó una enérgica condena por parte de Estados Unidos y otros gobiernos occidentales. Los estatutos fundacionales del grupo militante, de 1988, pedían la destrucción de Israel, que como Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Egipto y Japón, considera al grupo una organización terrorista.
Día y noche, el ruido de las explosiones, drones y otras deflagraciones es incesante. Nadie duerme, tanto por el ruido como el miedo que despierta saber que cualquier casa está potencialmente amenazada.
Israel quiere “liquidar” al movimiento islamista y desde que inició esta operación, ordenada tras la ofensiva del sábado —la más mortífera desde la creación del Estado de Israel hace 75 años—, más de 1,300 palestinos han muerto en Gaza.
En Shati, este jueves por la mañana, los aviones de combate efectuaron decenas de bombardeos en solo media hora.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha prometido intensificar la campaña militar en Gaza, afirmando el miércoles que Israel borrará a Hamás “de la faz de la Tierra”.
Beit Hanún, cerca de la frontera con Israel, fue uno de los primeros lugares duramente golpeados por las represalias israelíes, con muchas carreteras y edificios destruidos y miles de desplazados, según Hamás y residentes locales.
Más de 338,000 gazatíes han abandonado sus hogares desde el sábado, de acuerdo con Naciones Unidas. Algunas agencias de ayuda en Gaza afirman que las condiciones son las peores que recuerdan, incluso después de repetidos conflictos y 16 años de bloqueo israelí desde que Hamás tomó el poder allí en 2007 tras una breve guerra civil con las fuerzas leales a la facción de Al Fatah del presidente palestino Mahmud Abbas.
“La pérdida de civiles esta vez (…) no tiene precedentes”, dijo Hisham Muhanna, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja en Gaza.
“Según las normas de la guerra”
Este jueves, potencias occidentales han reclamado que la respuesta de Israel a los ataques de Hamás sean proporcionales.
Los países miembros de la OTAN expresaron este jueves su solidaridad con Israel después de los ataque del grupo islamista Hamás en su territorio, pero instaron a sus fuerzas a responder en forma proporcional.
Durante una reunión de los ministros de Defensa de la OTAN, el ministro israelí, Yoav Gallant, se comunicó por videoconferencia e informó a sus pares sobre la situación en Israel y la Franja de Gaza.
En un comunicado, la OTAN informó que los ministros de la alianza apoyaron el derecho de Israel a la defensa, pero pidieron proporcionalidad en la respuesta.
“Los aliados expresaron su solidaridad con Israel, dejando claro que tiene derecho a defenderse proporcionalmente contra estos actos de terrorismo injustificables”, señaló el comunicado.
También formularon un llamado al grupo islamista palestino Hamás a que “libere de inmediato a todos los rehenes y que se brinde la mayor protección posible a los civiles”.
Joe Biden, presidente de Estados Unidos y un firme aliado de Israel, dijo que a pesar de “toda la ira y la frustración” ese país debe “operar según las reglas de la guerra”.
El ministro británico de Defensa, Grant Shapps, dijo que los bombarderos de Israel en Gaza no tenían como objetivo a civiles.
Israel, dijo, estaba en busca de “terroristas”. Es una diferencia esencial que pienso que todos entienden”.
Con información de AFP y Reuters