Miles de palestinos huyeron el viernes del norte de la Franja de Gaza, después que Israel los emplazara a evacuar la región antes de una posible operación terrestre en respuesta al ataque lanzado por el movimiento islamista Hamás, el más letal en la historia del Estado hebreo.

La orden de evacuación de 1.1 millones de habitantes (casi la mitad de la población de este paupérrimo enclave de 362 km2), provocó conmoción internacional y la ONU urgió a anular una medida que puede tener «consecuencias devastadoras».

Naciones Unidas dijo que, con el suministro eléctrico cortado, escasez de alimentos y agua tras una semana de ataques aéreos de represalia y un bloqueo total israelí, evacuar a todo el mundo del enclave palestino era una tarea imposible. Estados Unidos lo calificó de «tarea difícil».

«La soga en torno a la población civil de Gaza se está apretando. ¿Cómo se supone que 1,1 millones de personas van a desplazarse por una zona de guerra densamente poblada en menos de 24 horas?», escribió en las redes sociales el jefe de ayuda de la ONU, Martin Griffiths.

El portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, dijo que una evacuación de tal magnitud era una «tarea difícil», pero que Washington no iba a cuestionar la decisión de su aliado de decir a los civiles que se apartaran del camino.

La mitad norte de la Franja de Gaza incluye el mayor asentamiento del enclave, la ciudad de Gaza. La ONU dijo que le habían comunicado que Israel quería que toda la población se trasladara a través de los pantanos que dividen el enclave.

«Civiles de la ciudad de Gaza, evacuen al sur por su propia seguridad y la de sus familias y aléjense de los terroristas de Hamás que los utilizan como escudos humanos», dijo el Ejército israelí, acusando a Hamás de esconderse en y bajo edificios civiles.

El Comité Internacional de la Cruz Roja dijo que sería imposible para las organizaciones de ayuda prestar asistencia a «un desplazamiento tan enorme de personas en Gaza» mientras permanezca bajo asedio israelí.

«Las necesidades son abrumadoras y las organizaciones humanitarias deben poder incrementar las operaciones».

Desde el inicio de los enfrentamientos, el 7 de octubre tras un sangriento ataque de Hamás, más de 1,300 personas murieron en Israel, en su mayoría civiles. Entre los fallecidos hay igualmente al menos 258 soldados israelíes, según el ejército.

Los bombardeos de Israel contra el enclave han causado a su vez casi 1,800 muertos, más de 580 de ellos niños, según el ministerio de Salud palestino.

El ejército israelí llamó a «la evacuación de todos los civiles» de la ciudad de Gaza, en el norte del enclave, hacia el sur, «por su propia seguridad y protección». Por la mañana lanzó octavillas en árabe, urgiendo a los habitantes a abandonar «de inmediato» sus hogares.

El ejército dio un plazo de 24 horas, aunque admitió luego que esta evacuación «llevaría tiempo».

Hamás rechazó «la amenaza de los líderes de la ocupación (israelí) y sus llamados a dejar sus casas y huir hacia el sur o Egipto».

El presidente palestino, Mahmud Abbas equiparó el desplazamiento masivo de palestinos a una segunda Nakba («catástrofe» en árabe), el exilio de 760,000 palestinos durante la guerra de 1948, que coincidió con la creación de Israel. La mayoría de los gazatíes son descendientes de esos refugiados.

Su primer ministro, Mohammed Shtayyeh, acusó a Israel de perpertrar un «genocidio».

Instan a Israel a aplazar sus ataques

La Liga Árabe estimó que la orden de evacuación constituye «un crimen que supera el entendimiento» y el rey jordano Abdalá II también advirtió contra «cualquier intento de desplazar» a los palestinos.

Mohammed Jaled, un habitante del norte de Gaza, de 43 años, decidió quedarse en su casa. «¿Qué quiere el mundo de nosotros? Yo ya estoy refugiado en Gaza y quieren que me vaya otra vez?», exclama.

«¿Quieren que durmamos en las calles con nuestros hijos? ¡Me niego! ¡No quiero esta vida indigna!», «No hay lugar seguro, así que no sabemos a dónde ir», explica Mohammed Abu Ali, del campamento de refugiados de Shati, el msyor de Gaza, igualmente en el norte de la Franja.

En varios países de la región, miles de personas se manifestaron en las capitales de Irak, Irán, Jordania, Arabia Saudita o Baréin en apoyo a los palestinos.

Varios países instaron el viernes a Israel a aplazar sus planes de lanzar un ataque total contra el norte de Gaza.

El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, pidió a Israel adoptar «todas las precauciones posibles» para evitar la muerte de civiles.

El presidente ruso, Vladimir Putin, consideró «inaceptable» el asedio contra la Franja de Gaza, sobre la cual Israel ya ejercía un estriucto bloqueo desde 2007, y lo comparó con el terrible sitio de los nazis a la ciudad soviética de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. «Más de dos millones de personas viven allí. No todo el mundo apoya a Hamás», dijo Putin.

La ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, que visitó este viernes Israel, denunció «el cálculo pérfido» de Hamás, que utiliza a la población de Gaza, bombardeada por Israel, como «escudo».

La presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, afirmó en una entrevista con Netanyahu que la Unión Europea (UE) «»está junto a Israel» ante las «atrocidades cometida por Hamás».

Según un alto responsable estadounidense, Israel estaría de acuerdo en crear «zonas seguras» para civiles palestinos en el interior del enclave.

Se quedan sin agua

El 7 de octubre, en el último día de las celebraciones judías de Sucot, cientos de combatientes de Hamás se infiltraron en territorio israelí por tierra, mar y aire. En su ataque mataron a más de un millar de civiles en la calle, en sus casas y en un festival de música, tras lanzar miles de cohetes.

Este ataque, el más mortífero desde la fundación del Estado de Israel hace 75 años, conmocionó a todo el país y fue condenado por gran parte de la comunidad internacional.

Tras el ataque, el ejército israelí dijo que había encontrado los cadáveres de 1,500 combatientes de Hamás infiltrados.

En respuesta, el ejército israelí lanzó en el enclave palestino unas 6,000 bombas, o sea un total de 4.000 toneladas de explosivos.

En la noche del jueves al viernes, fueron atacadas 750 «posiciones militares», entre ellas «residencias de terroristas de alto rango utilizadas como centros de mando militar» de Hamás, indicó el ejército israelí.

Más de 423,000 personas se han visto obligadas a dejar sus casas en el territorio palestino, según la agencia humanitaria de la ONU, OCHA.

La población de Gaza se está quedando sin agua, electricidad ni comida, tras el asedio total ordenado por Israel.

Según la OCHA, algunos habitantes empiezan a beber agua del mar, salada y contaminada por las agua residuales.

El letal ataque de Hamás contra Israel no justifica la «destrucción ilimitada» del enclave palestino, advirtió el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Por Agencias