Es común escucharlo en el centro del país: ‘Don Goyo’ amaneció enojado. Se siente la tensión entre la gente, como si reptara en las calles una punzante sensación de alarma. Cuando tenemos suerte, puede estar tranquilo durante meses. Pero no es común: el volcán hace acto de presencia casi todos los días, al exhalar fumarolas poderosos y, de cuando en cuando, vertiendo sus entrañas encendidas sobre la tierra. Por eso, la gente le habla con veneración: con ese respeto cariñoso con el que nos referimos a nuestros abuelos. Pero, ¿por qué se le dice ‘Don Goyo’ al Popocatépetl?

Todo empezó con los temperos: hombres que hablan la misma lengua telúrica que el coloso enfurecido. Dependiendo de la zona, también se les conoce como ‘tiemperos’. Ellos vienen de Santiago Xalitzintla, un pueblo de apenas 2 mil habitantes cerca de capital de Puebla, al centro del país, donde orquestan todas las celebraciones relativas al volcán. Su cumpleaños, sus ofrendas, sus secretos: todo está en manos de los hombres que hablan la lengua del fuego y la tierra. Ésta es su historia.

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Los hombres que le hablan al volcán

Una mañana despejada en la Ciudad de México, en la que se observa claramente la cima nevada del Popocatépetl, o ‘Don Goyo’, cuidando de la capital.iStock

Santiago Xalitzintla es el poblado permanente más próximo a la boca del Popocatépetl. Sólo así, los temperos pueden escuchar los deseos y atender a los mandatos de ‘Don Goyo’. De hecho, es el asentamiento humano activo más próximo al cráter —y, como tal, es la población que más riesgo de daño absoluto corre, si el volcán entra en erupción.

No sólo eso. La población de Santiago Xalitzintla está en constante peligro a lo largo del año. Además de los posibles flujos piroclásticos que el volcán puede exhalar, el deshielo de los glaciares produce un deslave constante de lahares, o capas de sedimento en la cima de la montaña. Este tipo de derretimientos son famosos por destruir la vía pública, y arrasar con cualquier cosa que esté en su camino. Los pobladores, por lo tanto, están acostumbrados a malabarear con los caprichos de ‘Don Goyo’, que para nada es un vecino fácil.

El Popocatépetl exhala una fumarola suave detrás de una iglesia cerca de la capital del estado de Puebla, al centro de México.Cassiel/iStock

De hecho, según los registros del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), los habitantes han tenido que ser evacuados en más de una ocación desde el año 2000. Aún así, los temperos y sus familias han sido ‘reticentes’, según los describen los medios locales, a abandonar el volcán: sienten la necesidad histórica, cultural, identitaria, de volver a su lado —por más que amanezca de malas.

Sobre todo, porque son los únicos que verdaderamente se pueden comunicar con el volcán. Ya sea porque conocen muy bien la orografía, o porque les habla en sueños, los temperos y sus familias saben interpretar la voluntad de ‘Don Goyo’. Por eso, son los escogidos para hacerle ofrendas y organizar sus fiestas desde la época prehispánica. No sólo eso: son quienes alertan a la población circundante de cuando el volcán ‘están inquieto’, por lo que cumplen con esa función social fundamental para los vecinos.

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¿Por qué le dicen ‘Goyo’ al Popocatépetl?

Vista panorámica del Popocatépetl completamente nevado.Camel2000/iStock

Ni siquiera el Sistema Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), que vigila de cerca la actividad del volcán con tecnología de punta, es tan preciso como las predicciones de los temperos. Aunque el monitoreo se realiza sin interrupción las 24 horas del día, parece ser que, para la población local, la palabra de aquellos que hablan la lengua del Popocatépetl tiene más valía. Cuando el volcán ruge, se queja, o quiere gritar, los temperos saben por qué es.

El Popocatépetl se sorpende, con las fauces bien abiertas, del cielo nocturno despejado.American Wildlife/iStock

Los temperos resguardan al volcán cuando se viste de blanco, pero también lo acompañan cuando se eriza con guirnaldas de lava. Son ellos, también, quienes realmente conocen la historia de ‘Don Goyo’. De acuerdo con los registros de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), cuenta la leyenda que “Don Goyo es un diablillo o nahual surgido de las fogosas y no siempre dormidas entrañas del Popocatépetl”.

Este ser de las tinieblas gusta de pasearse por los pueblos aledaños para advertir a la gente de la inquietud del Popocatépetl. Cuando se le encienden los ojos en rojo, quiere decir que está enojado, y que el volcán podría estallar. Quienes se lo han encontrado, dice la tradición oral de Santiago Xalitzintla, dicen que “también se manifiesta como un anciano”, y “les contará historias llenas de moralejas y consejos”.

Esta historia data de antes de la invasión europea a América, desde hace más de 500 años. Desde entonces, acompaña a los temperos y a las personas que viven en las faldas del volcán. Cuando no se le hacen las debidas fiestas al Popocatépetl, dicen las pobladoras de Santiago Xalitzintla, el volcán se enfurece. Por eso, cada 12 de marzo se celebra su cumpleaños, con bailes rituales y ofrendas para mantener al volcán tranquilo. No vaya a ser que ‘Don Goyo’ despierte de mal humor.

Por Agencias