Cuando la megaestrella del pop Taylor Swift dio una serie de conciertos el pasado agosto en el estadio SoFi de Los Ángeles, las estaciones de la red sísmica regional registraron unas vibraciones armónicas únicas conocidas como «temblor de concierto». Un «temblor Swift» similar se había producido un mes antes, en Seattle, lo que llevó a científicos del Instituto de Tecnología de California y de la Universidad de California (UCLA) a examinar minuciosamente los datos sísmicos recogidos durante el concierto de Swift en Los Ángeles.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que las vibraciones se debían en gran parte al movimiento de la multitud cuando los «swifties» saltaban y bailaban entusiasmados al ritmo de la música. Describen sus hallazgos en un nuevo artículo publicado en la revista Seismological Research Letters. Los autores afirman que una mejor comprensión de las señales sísmicas atípicas como las generadas por el concierto de Swift podría mejorar el análisis de las señales sísmicas en el futuro, así como reforzar aplicaciones emergentes como el uso de señales procedentes del ruido de los trenes para la interferometría sísmica.


Gráficos de frecuencias de ondas sonoras

No toda la música que resulta agradable al oído coincide con las longitudes de onda proporcionales previstas por Pitágoras.


El “temblor de concierto” consiste en señales de baja frecuencia de duración prolongada con picos de frecuencia armónica entre 1 y 10 Hz, similares a las señales generadas por volcanes o trenes. Se ha debatido mucho sobre el origen de estas señales de baja frecuencia. ¿Son producidas por el movimiento sincronizado del público o por los sistemas de sonido o los instrumentos acoplados al escenario? Varios estudios previos de conciertos en estadios han defendido la primera hipótesis, mientras que un estudio de 2015 descubrió que una multitud coreando en un partido de fútbol producía temblores sísmicos armónicos similares. Sin embargo, otro estudio de 2008 concluyó que tales señales generadas durante un festival de música electrónica de baile al aire libre procedían del sistema de sonido que vibraba al ritmo musical.

Un estudio musical y científico

El equipo de Caltech y la UCLA no sólo se basó en los datos de las estaciones de la red regional. Los científicos colocaron sensores de movimiento adicionales por todo el estadio antes del concierto, lo que les permitió caracterizar todas las señales sísmicas producidas durante el concierto. Las señales tenían características tan singulares que fue relativamente fácil identificarlas con un espectrograma. De hecho, los autores pudieron identificar 43 de las 45 canciones que interpretó Swift basándose en la señal distintiva de cada una de ellas.

También calcularon cuánta energía radiada producía cada canción. «Shake It Off» produjo la mayor cantidad de energía radiada, equivalente a un terremoto de magnitud local de 0,851. «Hay que tener en cuenta que esta energía se liberó a lo largo de unos minutos, en comparación con el tiempo que le toma liberarla a un terremoto de ese tamaño, que es un segundo», dijo la coautora de Instituto Tecnológico de California (Caltech), Gabrielle Tepp.

Tepp es vulcanóloga y música por derecho propio. Esa combinación resultó muy útil cuando llegó el momento de realizar un experimento. Utilizaron un sistema portátil de altavoces para anuncios públicos. Tocaron «Love Story» de Swift, y Tepp bailó y saltó al ritmo del último estribillo mientras los sensores registraban las vibraciones sísmicas. «Aunque no se me daba muy bien quedarme en el mismo sitio, acabé saltando en un pequeño círculo, como en un concierto. Me sorprendió la nitidez de la señal», explica Tepp. También probaron un ritmo constante mientras tocaba el bajo para aislar la señal de un solo instrumento.


Taylor Swift cantando en el escenario mientras lleva un vestido negro de lentejuelas rojas y sujeta una guitarra roja

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El armónico resultante durante el salto coincidía con el ritmo de la canción. Sin embargo, los golpes del bajo no produjeron una señal armónica, lo que resultó sorprendente, ya que esos golpes estaban mejor sincronizados con los tiempos musicales reales que los movimientos de salto de Tepp. Esto podría deberse a la forma más redondeada de las señales de los bajos en comparación con las señales más agudas en respuesta a los saltos.

Los autores señalaron que su experimento no incluyó un escenario o un sistema de sonido de estadio. “Por lo que no podemos descartar por completo los altavoces como fuente de energía vibratoria. No obstante, las pruebas sugieren que el movimiento de la multitud es la fuente principal de las señales de baja frecuencia, con el sistema de altavoces o los instrumentos contribuyendo potencialmente a través de las vibraciones del escenario del edificio”, escribieron. Aunque sí hubo señales de mayor frecuencia durante las pruebas de sonido, el hecho de que no se detectara el mismo tipo de señales sísmicas de baja frecuencia durante las pruebas de sonido previas al concierto parece corroborar esa conclusión.

Para cada género hay movimientos

El equipo también estudió la respuesta estructural del estadio y realizó un análisis similar de las lecturas sísmicas de otros tres conciertos en el SoFi Stadium ese verano: los de música country de Morgan Waller, Beyoncé y Metallica, además de captar señales claras en una estación de monitorización para los tres teloneros: Pantera, DJ Khaled y Five Finger Death Punch, respectivamente. Los resultados fueron notablemente similares a los datos sísmicos recogidos en los conciertos de Taylor Swift, aunque ninguna de las señales coincidía con la intensidad de las detectadas durante los conciertos de Swift.

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que las señales sísmicas del concierto de Metallica eran las más débiles de todos los conciertos y notablemente diferentes de las demás, «inclinadas y con un aspecto extraño», según Tepp. Encontraron varios comentarios en foros musicales de fans quejándose de la mala calidad del sonido en el concierto de Metallica. «Si a los fans les costó distinguir la canción o el ritmo, eso podría explicar las señales más variables, porque habría influido en sus movimientos», escribieron los autores.

También es posible que las actuaciones en directo de heavy metal estén menos coreografiadas que las de Beyoncé o Swift o que los fans del heavy metal no se muevan con la música de la misma manera. «A los fans del género les gusta mucho el headbang, así que no necesariamente están saltando», dice Tepp. «Puede que su forma de moverse no genere una señal tan fuerte».

Artículo publicado originalmente en Ars Technica. Adaptado por Alondra Flores.

Por Agencias

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