Una corona de copal enmarca las ruinas de Monte Albán, la antigua ciudad sagrada de la civilización zapoteca. Rosalío Félix, arqueólogo de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) de México, dirige a un grupo a través del sitio arqueológico para mostrarles un detalle en el panorama: la resina del árbol sagrado. Con gentileza, toma una de las ramas y frota sus dedos contra unos brotes minúsculos, como botones blancos sobre la madera.

Con un gesto, invita a los visitantes a acercarse. “Huela”, nos indica con resolución. Es una resina pegajosa de aroma penetrante. “Si se lleva una de las semillas”, añade el especialista, “su bolsa va a oler todo el día”.

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¿Qué es el copal y para qué sirve?

Una mujer enciende recina de copal ante sahumerio, decorado con cabezas de Quetzalcóatl, en Metepec, Estado de México. Posiblemente, en una ceremonia de Fuego Nuevo en 2009.Álvaro de la Paz Franco/Wikimedia Commons(Creative Commons Zero, Public Domain Dedication)

El copal (Bursera copallifera) derrama una resina de cualidad “cultural, económica, social y mística”, documenta la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Natural (SEMARNAT). Como uno de los árboles más ampliamente extendidos en México, su uso no fue exclusivo de Oaxaca. Por el contrario, el uso de la resina como elemento ceremonial se extendió en a través de Mesoamérica entera.

Ofrendas, altares, ceremonias, temazcales y festivales compartieron la resina de copal como vínculo entre el plano celestial y el profano. Evidencia de ello, según el catálogo de Biodiversidad Mexicana, han sido los restos de la especie en contextos sagrados desde Chichén Itzá, en la Península de Yucatán, hasta el Templo Mayor de Tenochtitlan, en la actual Ciudad de México. Incluso a pesar de la influencia destructora de la Inquisición en México, durante el periodo colonial, el uso de este árbol se conserva hasta la actualidad.

Vista frontal de un ejemplar adulto de Bursera copallifera, el nombre científico del copal.iNaturalista/Wikimedia Commons(CC0)

No sólo eso: el árbol tenía tal relevancia cultural, cada civilización le dio un nombre diferente. En náhuatl, la lengua oficial del Imperio Mexica, se le conocía como copalli —de donde se casteñanizó el término contemporáneo—; sin embargo, los mayas lo conocían como poom. En Tenochtitlan, al humo del copal se le consideraba en sí mismo como un dios, según Arqueología mexicana: Iztacteteo, o ‘aquel del humo blanco’.

La resina del copal rara vez se cristaliza. Sin embargo, es un ingrediente central para inciensos y otros perfumes ambientales. Además, se empleó como medicina por sus cualidades curativas. En ocasiones, como ungüento para la piel; otras, como té, para aliviar el sistema respiratorio y reproductor. Las crónicas de Fray Bernardino de Sahagún sugieren que también se aplicaba en los dientes, a manera de antiinflamatorio.

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¿Cómo se obtiene el copal?

Rosalío Félix habla sobre la importancia cultural y religiosa del copal, bajo la sombra de un amplio ejemplar en Monte Albán, Oaxaca.Andrea Fischer

Además del uso aromático y ceremonial que conserva el copal, en la actualidad, también se emplea para realizar tallas tradicionales en Oaxaca. El mejor ejemplo son los alebrijes, seres fantásticos originarios de San Martín Tilcajete, a unos cuantos kilómetros de la capital del estado. Muchas de las especies de las que se recupera la resina también se usan para realizar estas figurillas.

De acuerdo con la SEMARNAT, se han registrado al menos 100 especies diferentes de burseas, la familia a la que pertenece esta planta sagrada. Como un árbol de selvas bajas cadulcifolias, está distribuido principalmente en Oaxaca, Guerrero y Michoacán. De manera general, podemos catalogar a los copales en 6 tipos:

• Copal blanco (Bursera bipinnata)

• Copal Almárciga (Bursera citronella)

• Copal santo (Bursera copallifera)

• Copalillo (Bursera glabrifolia)

• Copal tradicional (Bursera coyucensis)

• Copal linaloe (Bursera linaloe)

Así se ven las hojas del copal en primavera, según observadas en Malinalco, Estado de México.Isaac Ávalos/iNaturalist/Wikimedia Commons(CC BY-NC)

No es necesario cortar el copal para obtener la resina. Basta con obtenerla directamente de las ramas. Generalmente, se golpea las ramas para que el recurso caiga sobre una hoja de encino, “que sirve de canal para dirigirlo hacia una penca de maguey suspendida bajo el tronco”. Cuando se solidifca, explica la institución, se le conoce como ‘mirra’. Una vez que se extrae, es importante dejar que el árbol descanse dos años, para evitar que se debilite o muera.

Por el fácil acceso al recurso, se sabe que los pueblos mayas y mexicas la usaban, incluso, dos veces al día, para alzar ofrendas a las deidades y limpiar los templos. Finalmente, señala Rosalío Félix, “el olor es para despertar al dios”. La Comisión Nacional Forestal confirma que estos usos rituales se conservan hasta la actualidad. Específicamente en contextos ceremoniales y funerarios, ya “que se usa como agradecimiento u ofrenda en diferentes rituales y eventos religiosos principalmente de Semana Santa y Día de Muertos”.

Por Agencias