El diseño de la producción de la película ha tomado unos 3 años; 5 empresas españolas han trabajado en postproducción. Además, 300 personas ha participado en los VFX; se hicieron 1390 planos, de los cuales 880 se quedaron en la película. “Y estos ojos con estas gafas han visto 6372 versiones entregadas al cliente”, dice Laura Pedro, en entrevista con WIRED. “Toma ya. Qué horror”, dice Félix. “Pero, han sido unos 25,000. Al final, llegas a saberte los números de los planos”, cuenta Félix Bergés a esta revista. “Hemos sufrido, hemos llorado. Juntos y solos. Es un proyecto largo, y entre medias, nos han pasado cosas. Pero, como la vida sigue… te pilla por sorpresa. La nieve fue muy dura”, explica Laura.

El rodaje de La sociedad de la nieve se llevó a cabo en locaciones reales con nieve. En Sierra Nevada (Andalucía), Montevideo (Uruguay) y en distintas localizaciones de los Andes (tanto en Chile como en Argentina) incluyendo El Valle de las Lágrimas, el sitio donde ocurrió la historia. “Una vez que llegamos al Valle de las Lágrimas, sabíamos exactamente las horas que se necesitaban de luz, y gracias a toda esta previsualización, con las fotografías, con la cámara de cine, con dron y helicóptero, eso nos permite poder filmar con la montaña en Sierra Nevada”, dice Laura Pedro.

La Sociedad de la Nieve la tecnología para llevar el accidente de Los Andes a la gran pantalla

J.A. Bayona, Pedro Luque (director de fotografía) y Laura Pedro visitaron por primera vez el Valle de las Lágrimas en octubre de 2021. “Fue una experiencia única y muy especial”, explica Laura Pedro. “Fue muy bueno estar allí para entender la geografía, el espacio y sus dimensiones. Poder retratar y contar con la fotografía realista de una montaña de esas dimensiones ha sido clave para el trabajo de VFX. Era fundamental recrear lo que se siente cuando se está allí, lo intenso que es, y traducir en imágenes esa cárcel de paredes infinitas y la opresión que sentimos en ella”. Pedro detalla cómo fue técnicamente el proceso para capturar ese espacio inmenso y apabullante: “El equipo pasó cuatro semanas en el Valle de las Lágrimas. Lo fotografiamos a todas las horas posibles de luz. Antes de viajar, desarrollamos una aplicación, una especie de videojuego, para que Jota pudiera planificar lo que iba a necesitar para la película. Esa planificación previa nos permitió marcar ópticas, horas de luz, alturas de cámara, posiciones dentro del valle… Pudimos “conocer” la montaña antes siquiera de pisarla. Así, cuando llegamos, sabíamos qué planos teníamos que hacer y a qué horas exactas de luz. Gracias a ese trabajo de previsualización, pudimos unir posteriormente todo lo que captamos en el Valle de las Lágrimas con lo que rodamos en Sierra Nevada”.

“Al principio no había nieve. Luego nos llegó arena del Sahara. Fue muy duro. Hubo muchos momentos en los que pensábamos que no salíamos. Lo del cambio climático nos afecta hasta en esto. En el glaciar donde los chicos se pasaron tres meses, los pobres, el nivel de la nieve ha bajado 30 metros. Había una roca. Y había unas fotos, y nosotros decíamos aquí hay algo raro. Estaba 30 metros más abajo, es un edificio de 19 pisos. Eso es el cambio climático”, explica Félix.

En cuanto al rodaje en Sierra Nevada, Laura Pedro y Félix Bergés coinciden en que era la localización idónea. “El accidente ocurrió muy cerca del ecuador, a una altitud inmensa, con mucha nieve y un sol durísimo. Eso convertía a Sierra Nevada, que está a 3.000 metros, en el lugar ideal porque es una de las estaciones de esquí del mundo que están más cerca del ecuador y tienen más días de sol. Era ideal para ejemplificar esas condiciones lumínicas”, cuenta Bergés.

El avión, una hazaña técnica de tres fuselajes

“Hemos tenido tres fuselajes. Uno, a 2,800 metros, en la Laguna de las Yeguas, en donde hemos hecho la parte más importante con nieve, donde los actores tocaban la nieve y sentían su frío. Otra, en una nave efímera que se ha construido en un estacionamiento de la Sierra Nevada, con pantallas LED, con un volumen de estos, donde tienes una pantalla detrás, donde proyectábamos en diferentes luces todo lo que habíamos filmado en Los Andes; ahí rodábamos interiores. Y, luego, abajo de todo, el BackLot, de 100 metros por cien metros que reproducía la montaña, más un ascensor de unos 6 metros de profundidad, que se usaba para cubrir el avión de nieve”, explica Felix Bergés, quien ha trabajado en VFX desde 1983. “Espero que esta sea mi última película, que ya me estoy jubilando. Lo que sí creo es que será mi última gran película. Una cosa como esto no lo vuelvo a hacer, eso te lo aseguro. Llevo toda mi vida en esta historia”, dice entre risas Bergés.

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Por Agencias

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