Imágenes alteradas. Una mancha borrosa en el centro de la mirada. Imposibilidad de ver con nitidez el rostro de las personas, o leer las letras chiquitas. Todas éstas son consecuencias comunes de la ceguera de eclipse, el daño permanente que produce dirigir la mirada al Sol directamente. “Aunque estamos ávidos de ver estos fenómenos astronómicos”, apunta el Dr. Diego Ruíz, especialista en retina, “hay que resistir la tentación.”
En una entrevista exclusiva con Muy Interesante México, el médico mexicano explica que cuando se mira un eclipse solar sin protección, las células en la retina —una membrana muy frágil, especializada y sensible en el ojo humano— se queman. Dependiendo de la intensidad y la duración de la exposición a este estímulo dañino, las consecuencias pueden ser vitalicias y potencialmente irreversibles. Esto fue lo que nos contó.
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¿Qué es la ceguera de eclipse y cómo afecta a los ojos?
Así se ve un eclipse solar durante su fase total.
Con una alta especialidad en retina, egresado del Instituto de oftalmología Conde de Valenciana en la CDMX, Diego Ruíz define a la ceguera de eclipse como “un padecimiento que afecta a la región central de nuestra visión”. Invariablemente, es consecuencia de “la contemplación directa o indirecta del Sol”, ya sea en condiciones normales, “o más frecuentemente, cuando sucede un eclipse solar”.
Según su experiencia, la retina es la estructura en el ojo humano que resulta más afectada. En ‘palabras sencillas’, el especialista la describe como “una membrana que recubre el interior de nuestro ojo, como si fuera un papel tapiz”. Desafortunadamente, esta estructura tiene una capacidad de regenerarse muy limitada. Por lo cual, apunta el especialista, “cualquier situación que dañe la retina puede tener consecuencias visuales permanentes.”
Para Ruíz, es importante recordar que el ojo es un sistema de lentes, “cuya finalidad es enfocar los rayos de luz que recibimos del exterior”. Esta acción se da en la retina. Sin embargo, si miramos directamente al Sol, la retina va a potenciar la intensidad de esa luz, “como si fuera una lupa”. Por lo cual, la temperatura en el ojo se eleva mucho, “y cómo las células de la retina son muy sensibles, pueden llegar a quemarse”.
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¿Cuánto dura la ceguera por eclipse?
Las infancias y los adultos mayores son particularmente vulnerables a la ceguera de eclipse. De acuerdo con la Secretaría de Salud en México, las secuelas por mirar este tipo de eventos astronómicos directamente pueden ser vitalicias e irreversibles. Incluso si se observa sin protección durante un corto periodo de tiempo, alerta la institución, los pacientes afectados perciben las consecuencias.
Diego Ruíz reconoce que un eclipse solar es un evento astronómico infrecuente, “que genera atracción entre la gente […], que se siente tentada a mirarlo”. Más aún con la expectativa que ha generado en México, que calificó como uno de los países con mejores condiciones ambientales para la visualización de todo el fenómeno. Sin embargo, el riesgo de observarlo sin protección es alto. Especialmente, porque la pupila se dilata cuando el eclipse llega a su fase total.
Un par de lentes de protección, especiales para la observación directa de un eclipse solar.
Cuando hay mucha luz en el ambiente, la pupila se hace más pequeña. En condiciones de oscuridad, sucede lo contrario: aumenta su tamaño, “lo que permite mayor cantidad de rayos de luz”. Durante el oscurecimiento transitorio de un eclipse solar total, la pupila estaría completamente dilatada, y tendría que ajustarse a ser más pequeña demasiado rápido.
El problema, explica el especialista, “estaríamos expuestos a una mayor cantidad de rayos solares, que producirían en un menor tiempo, una mayor quema de las células en la retina”. En este caso, el mayor impacto se lo llevaría la mácula, la región más especializada de esta membrana. Éstas son algunas de sus funciones, según explica el médico:
• Da los detalles finos en la visión y mayor nitidez
• Se encarga de la percepción de los colores
• Nos ayuda a ver letras pequeñas y reconocer la cara de las personas
Al dañarse la mácula, se produce una mancha oscura que obstaculiza la visión. Particularmente, al lugar en donde queremos enfocar. “Esto incapacita mucho la funcionalidad de los pacientes”, abunda el oftalmólogo. Por ello, es mucho más peligroso mirar al Sol directamente, y sin protección, durante un evento astronómico como éste.
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¿Cómo prevenir la ceguera de eclipse?
Incluso los equipos especializados de observación, como los telescopios, requieren de protección especial durante los eclipses solares.
Aunque es posible ver una mejoría en los pacientes, dice el médico, “el tiempo en el que la persona estuvo mirando al Sol es determinante”. Las condiciones de iluminación que había en ese momento también influyen en la gravedad del daño. En el mejor de los casos, es posible recuperar la visión casi por completo. Sin embargo, reconoce el especialista, “si hacemos estudios más especializados, siempre vamos a encontrar alguna secuela”.
En el otro extremo, hay casos que la exposición genere muerte de las células, que por su propia naturaleza, son irrecuperables. En estos casos, las alteraciones por la quemadura solar son irrersibles, “y hay muy poco lo que se pueda hacer”. Particularmente, porque hoy en día no hay tratamiento, cirugías ni medicamentos que ayuden a recuperar la visión.
Por lo cual, la recomendación central de Diego Ruíz al momento de contemplar un eclipse solar total es “evitar la observación directa”. El oftalmólogo enfatiza que “no sirve gafas oscuras, o sobreponer varios lentes”. La única manera es con filtros certificados, “que no sean de manufactura casera”. A fin de cuentas, concluye el médico, “la manera más segura de verlos es por internet, o desde la televisión”.
Diego Ruíz Chavolla es médico cirujano por la Universidad Autónoma de Guadalajara. Realizó la especialidad en oftalmología en Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana, avalado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Recientemente, egresó de la alta especialidad en retina y vitreo en el Instituto de oftalmología Conde de Valenciana, en la Ciudad de México.
