Cuando era pequeño, comprar un chicle generaba una gran expectativa en mi interior, no tanto porque quisiera probar esta sustancia que por más que masticara lo único que le pasaba era que perdía sabor – ¿por qué no se deshacía como el resto de la comida? -, sino porque sabía que en unos minutos mi amada madre iba a empezar un espectáculo.

Lo anunciaba como mago que hará un truco, me pedía que prestara atención, y el pequeño Víctor desde luego que no perdía detalle de su boca. Separaba sus labios y aparecía una pequeña burbuja que en instantes crecía y crecía en una enorme bomba de chicle.

Continuaba casi hasta abarcar su cara, y ya fuera que el chicle cediera o yo reventara la burbuja, siempre terminaba en ese “pop” tan característico entre risas de ambos.

¿Por qué se forman bombas de chicle?

En ese entonces no tenía idea de cómo lo hacía, para ella era tan fácil, mientras que para mí lo más que conseguía era que el chicle saliera volando de mi boca y lo “chupara el diablo”. ¿Tenía que ver con la marca? No, ella podía hacerlo con la que fuera. Seguro era el sabor, tampoco. En mi ingenuidad pensaba que si supiera de qué estaba hecho el chicle tal vez podría hacer las bombas también.

Su capacidad para estirarse también era intrigante.cottonbro studio /Pexels

Esta capacidad de la goma de mascar – como tal vez sea más correcto llamarla – se debe al material del cual está hecha, goma o hule. Así es, la sustancia sintética que mascamos es un hule especialmente hecho para ser elástico, además de ser endulzado y contar con diferentes sabores.

Crear bombas requiere que la goma de mascar sea masticada sin descanso hasta que pierda por completo el sabor, el calor de nuestra boca la suaviza y al perder las moléculas de azúcar y los colorantes queda lista para poder introducir aire, aunque hay algunas con las que se puede comenzar desde antes.

El origen del chicle

Si bien hoy en día la goma de mascar es sintética, el chicle original es un producto obtenido de enormes árboles de chicozapote (Manilkara zapota), un árbol que crece en las selvas de Nicaragua y el Gran Petén, una región que comprende parte de la Península de Yucatán, Belice y Guatemala.

Para obtener el chicle se necesita de un largo proceso que inicia con la obtención de látex, producto de cortes que los chicleros hacen sobre el tronco del chicozapote. Esta labor es complicada, ya que los chicleros tienen que subir hasta 40 metros de tronco realizando heridas en forma de zig-zag.

Para mantener una buena producción los árboles deben descansar.Luis Fernández García /Wikimedia Commons

El látex brota lentamente de estas heridas, por lo cual se deben dejar bolsas de henequén para colectarlo durante la noche. Posteriormente todo este producto debe de filtrarse para ser hervido, gracias a ello pierde su humedad y comienza a tener una consistencia pegajosa. Se deja enfriar y se coloca en moldes de madera para obtener bloques que se venden a distintos productores de chicle.

Los chicleros saben que si quieren mantener la producción no deben sobreexplotar a los chicozapotes, y una vez que se ha obtenido látex de un árbol este debe “descansar” entre cinco y ocho años antes de ser herido nuevamente.

Este producto cuyo origen se da en la cultura maya, donde tiene el nombre de sicte, quienes lo usaban tanto para consumo propio como para el comercio con otras culturas mesoamericanas, incluyendo a los aztecas.

En náhuatl su nombre es tzictli, y fray Bernardino de Sahagún, en su “Historia general de las cosas de la Nueva España”, relata su uso para limpiar la boca de quienes lo masticaban – algo que además se solía hacer en privado -. Del tzictli es que se pasa a español como chicle.

Del chicle a la goma de mascar

Existen distintas versiones de cómo fue que se comenzó a elaborar goma de mascar, pero una de las más aceptadas es que Thomas Adams, científico e inventor estadounidense, se inspiró en la costumbre del presidente Antonio López de Santa Anna de masticar chicle.

El presidente mexicano había encomendado a Adams la tarea de vulcanizar el látex, pero al fracasar decidió volcar sus esfuerzos en el desarrollo del chicle como producto masivo, diseñando una máquina capaz de producirlo eficientemente.

Hacer bombas de chicle requiere talento.Yaroslav Shuraev /Pexels

La goma de mascar, como tal, se le adjudica a Frank Fleer quien la inventó en 1905, pero no fue hasta 1928 que el contador de la Fleer Corporation perfeccionó la fórmula y con la Double Bubble consiguió poner a la goma de mascar en la boca de miles, y eventualmente millones de personas.

A la fecha, mientras mi madre sigue dando estos pequeños espectáculos de bombas de goma de mascar, a pesar de que ahora sé de qué está hecha y la base teórica detrás del proceso, lo único que sigo consiguiendo es que salga volando de mi boca.

Referencias:

Por Agencias