Frida Kahlo y Diego Rivera no sólo fueron una de las parejas más famosas del arte y la cultura en México, sino que también colaboraron ampliamente en la formación de la identidad mexicana del siglo XX, una vez que concluyó el periodo de la Revolución. Ambos fueron amantes y estudiosos del pasado precolombino del país y recuperaron aspectos de ello en su vida cotidiana. Ella empleó vestimenta regional, usó la cosmogonía mesoamericana en su arte y los dos colaboraron para el rescate de una raza de perros casi extinta en su momento: el Xoloitzcuintle.

Este perro, representativo de la cultura azteca, se encontraba al borde de la extinción cuando el matrimonio emprendió su rescate y reincorporación a la cultura mexicana. Asimismo, decidieron tener a varios ejemplares como mascota, por lo que varios perros de esta raza adornaban los pasillos y los patios de la famosa Caza Azul, donde Diego y Frida vivieron varios años.

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Una de las características más distintivas del Xoloitzcuintle es su falta de pelo o casi carencia de él. Sin embargo, hay una variedad de esta raza que sí tiene un pelaje corto y suave. El Xoloitzcuintle puede venir en tres tamaños: estándar, intermedio y miniatura. Tienen una apariencia elegante y musculosa, con una cabeza alargada y orejas erguidas.

Frida Kahlo con dos Xoloitzcuintles.Reddit

Tranquilo y alegre, este perro está siempre alerta a lo que ocurre a su alrededor. Es algo reservado con los desconocidos, pero cariñoso y sociable con su familia.

Los principales problemas de salud en esta raza se relacionan con su piel, ya que está predispuesta a las quemaduras solares por la ausencia de pelo que la proteja. Los problemas dentales son también bastante frecuentes.

Un acompañante hacia el Mictlán

Xolo es una palabra proveniente del idioma náhuatl que significa deformidad, monstruosidad o monstruo. Por su parte, itzcuintli significa perro.

En su tiempo, tuvo un papel fundamental en el día a día de los antiguos mexicanos. Se creía que estos perros llevaban las almas de los seres humanos hacia el inframundo, es decir, era un perro guía hacia el Mictlán. Por ello formaba parte fundamental de los rituales mortuorios de los pueblos nahuas.

Se cree que el Xoloitzcuintle tiene una historia que se remonta a más de 3,000 años en México. Era una parte importante de la cultura azteca y se creía que tenía propiedades curativas y protectoras.

Si la persona en vida había tratado mal a los animales, especialmente a los perros, el Xolo se negaría a ayudarlo a pasar, por lo cual perecería. Sin embargo si la persona había tratado bien a los perros vida, el Xolo tomaría el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro lado.

Tres perros Xoloitzcuintles.iStock.

Alimento sagrado

En ocasiones, este perro también era consumido como alimento sagrado en ceremonias donde era sacrificado a través de la extracción de su corazón. En la cosmogonía nahua, Xólotl es una deidad representada como perro. Era el dios de la transformación, de los gemelos o lo doble, la oscuridad, lo desconocido, lo monstruoso y la muerte. Es el hermano gemelo del dios Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, que representaba la vida, la luz y el conocimiento.

Quetzalcóatl se encargaba de la salida del Sol, en tanto Xólotl lo acompañaba en su recorrido por el reino de la muerte. Por ello es que los nahuas creían que los xoloitzcuintles acompañaban y ayudaban a los muertos rumbo al Mictlán.

En peligro de extinción

Durante la colonización europea, el xoloitzcuintle estuvo al borde de la extinción. Esto se debió a dos causas: 1-los conquistadores se alimentaron de él durante sus expediciones; 2-se buscaba eliminar las tradiciones religiosas relacionadas a este animal. De esta forma, dicha raza encontró refugio en la sierra de Oaxaca y Guerrero, donde sobrevivió durante cientos de años valiéndose de sus instintos.

Por Agencias