Todas las personas lo hemos sentido. Sin voltear a ver nuestras manos, pies o piernas, sabemos exactamente en dónde se encuentran. Es decir, podemos ubicarlas en el espacio sin necesidad de seguirlas con la mirada. A esta consciencia se le conoce como propiocepción, y es una sensibilidad neurológica que, a nivel evolutivo, ha ayudado a los seres humanos a sobrevivir a lo largo del tiempo.

Algunas personas, sin embargo, no tienen esta capacidad tan desarrollada como otras. Pero, ¿cómo funciona y para qué sirve? Y, de ser posible, ¿se puede afinar esta consciencia corporal? Hablamos con Sofía Torres, maestra de yoga especializada en anatomía humana. Esto fue lo que nos dijo en una entrevista exclusiva con Muy Interesante México.

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¿Qué es la propiocepción y cómo funciona?

Sofía Torres, maestra del estilo de yoga Hatha Vinyasa, realiza una flexión profunda.Sofía Rueda/Bodai Yoga

Desde hace más de una década, la maestra Sofía Torres lleva una práctica de yoga constante. El método Iyengar, caracaterizado por su enfoque en la alineación de las posturas clásicas, le permitió conocer su cuerpo lo suficiente para saber cómo moverlo sin lesionarse a sí misma.

Después de tomar una certificación de 200 horas en Hatha Vinyasa, Torres se especializó en anatomía aplicada al yoga. No sólo eso: está avalada por Special Olympics México como guía para atletas con discapacidad intelectual. Por ello, sabe que la propiocepción es una habilidad natural para los seres humanos, que puede trabajarse en corporalidades diferentes. En la actualidad, guía clases de Hatha Vinyasa en estudios privados de la Ciudad de México.

Con respecto a qué es la propiocepción, la especialista explica que “es la capacidad de nuestro cerebro para conocer la posición exacta de cada parte que lo integra, en cada momento, en cada movimiento”. Según su experiencia como maestra, todas las personas tenemos esta sensibilidad, pero “puede que se disminuya un poco si pasamos mucho tiempo sentados, o inmóviles.”

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¿Todo el mundo nace con esta sensibilidad?

También conocida como kinestiesia, la propiocepción es el “mecanismo subyacente a la autorregulación de la postura y el movimiento a través de estímulos que se originan en receptores sensoriales incrustados en las articulaciones, tendones, músculos y el laberinto del oído”, explica la Enciclopedia de Neurosciencias.

Para cada cuerpo, sin embargo, este conocimiento sutil está más o menos desarrollado a raíz de nuestra herencia genética o el ambiente en el que nos desenvolvemos cotidianamente. Otros factores que pueden mitigar la propiocepción son los siguientes:

• Haber sufrido una lesión

• Llevar una vida sedentaria

• No hacer ejercicio cotidianamente

La maestra Laura Arroyo realiza un Eka Pada Adhomuka Svanasana.Sofía Rueda/Bodai Yoga

Aunque puede que una parte del organismo haya quedado inmovilizada, explica Torres, “seguimos teniendo propiocepción en otras partes del cuerpo”. Sobre todo, porque el sistema nervioso se encarga de mantenerla aguda y funcionando. Específicamente, los propioceptores —ubicados en los músculos, en la piel, en las articulaciones— perciben tensiones y estiramientos, que llevan de regreso al cerebro como información.

Esto nos ayuda, de manera natural, a tomar decisiones inconscientes sobre cómo movernos, desplazarnos y estirarnos, según lo requiera la situación en la que nos encontremos. Un ejemplo clásico de propiocepción es el acto reflejo de meter las manos si nos vamos a caer.

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Dos tipos de conocimiento corporal

Con base en su conocimiento de anatomía humana, Sofía Torres describe dos tipos de propiocepción. El primero es consciente, “que se rige desde el cerebro”; el segundo, es el inconsciente, “que viene desde el cerebelo.” Por ello, según su experiencia como maestra de yoga, la mejor manera de cultivar esta sensibilidad es con ejercicios de equilibrio:

“[Es importante] que probemos cómo nos sentimos sobre una pierna, una rodilla, un brazo,” detalla en entrevista. “Ver cómo nos sentimos en el lado derecho y en el izquierdo.”

La maestra Renata Kim entra a una variación de Pinchamayurasana.Paula Ogando/Bodai Yoga

De la misma manera, funciona trabajar en superficies irregulares, o introducir objetos externos, como balones o cuerdas. Así, además de trabajar con el balance en el cuerpo, también se refuerza la coordinación. “El movimiento es central para trabajar la propiocepción”, concluye la especialista.

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Por Agencias