Berrendos, los mamíferos más rápidos de México

México alberga una biodiversidad única en sus casi dos millones de kilómetros cuadrados de superficie terrestre y cerca de 50 000 km2 de mar territorial. Desde sus altas montañas hasta las costas del Pacífico y el Golfo de México, la extensa variedad de vida silvestre que habita el país encuentra su mayor expresión de vitalidad en ciertas especies que dominan su entorno gracias a la velocidad.

En los cielos, el halcón peregrino puede alcanzar hasta 390 km/h en picada al buscar presas. Bajo las aguas costeras, el pez vela desafía las corrientes marinas con velocidades de hasta 110 km/h. Sin embargo, en tierra firme, la rapidez se revela en las vastas llanuras y desiertos del norte mexicano, donde un antílope de extremidades alargadas y huesos ligeros supera a todos como el animal terrestre más rápido de México: el berrendo (Antilocapra americana).

Además de las llanuras de Estados Unidos y el sur de Canadá, los berrendos se distribuyen en los desiertos del norte de México, donde se alimentan de hiervas y cactus.iStock.

Velocidad para sobrevivir

Hace unos 20,000 años, durante la época glacial, los berrendos compartían su hábitat con felinos ahora extintos que podrían haber sido los catalizadores para que estos antílopes desarrollaran su velocidad. Tras la extinción de los antiguos guepardos americanos, el proceso evolutivo llevó al berrendo a convertirse en el mamífero terrestre más rápido de América del Norte y en el animal de pezuña más rápido del mundo, alcanzando los 95 km/h.

Esta velocidad les otorga a los berrendos una ventaja crucial en los vastos paisajes del norte de México, donde no tienen depredadores naturales debido a su habilidad para escapar rápidamente de cualquier amenaza con sus largas y livianas patas.

Pero la anatomía del berrendo va más allá de sus extremidades. Sus ojos grandes y bien posicionados le proporcionan un amplio campo de visión, crucial para detectar depredadores hasta a dos kilómetros de distancia. Además, su eficiente sistema cardiovascular le permite mantener altas velocidades (cerca de 65 km/h) durante distancias considerables, convirtiéndolo en un corredor resistente y constante.

Manadas en declive

Durante siglos, la ausencia de depredadores naturales permitió que los berrendos americanos se multiplicaran sin restricciones hasta formar manadas con millones de ejemplares (se calculan cerca de 50 millones a finales del siglo XVIII), que se extendían por las llanuras de lo que hoy es Canadá, México y Estados Unidos.

Sin embargo, durante el siglo XIX, el panorama cambió de manera drástica durante la llamada “Conquista del Oeste”, un periodo en el que los colonizadores europeos se adentraron hacia el occidente de América del Norte para reclamar territorio y explotar sus recursos naturales, entre ellos, la fauna local.

Al igual que los bisontes, los berrendos fueron víctimas de la caza desmedida a manos de los colonos. Esto no solo afectó el equilibrio ecológico de las llanuras y los desiertos donde prosperaban, sino que también representó una amenaza directa para la supervivencia de las comunidades nativas que dependían de estos animales.

Entre las tribus del oeste, como los navajos y los apaches, la caza del berrendo había sido una actividad cultural y una fuente de sustento en la que cada parte del animal se utilizaba de manera respetuosa y sostenible. El berrendo ha desempeñado un papel crucial en las culturas indígenas de Canadá, Estados Unidos y el norte de México, quienes aún lo consideran un símbolo de velocidad, resistencia y libertad cuya imagen se ha incorporado a sus mitos, ceremonias y artesanías.

Los berrendos se agrupan en manadas con hembras y crías jóvenes, mientras que los adultos, solitarios o en pequeños grupos, compiten en otoño para aparearse.iStock.

De regreso, a todo galope

Hacia 1908, la población de berrendos se había desplomado a menos de 20,000 individuos en Norteamérica. Esta disminución alarmante llevó a la implementación de medidas de conservación para proteger a los berrendos y revertir el impacto devastador de la caza desenfrenada. Así, en Estados Unidos, Canadá y México se promulgaron leyes que buscaban no solo preservar la especie sino también su hábitat, marcando un cambio crucial en la percepción y gestión de la vida silvestre en la región.

Durante décadas, el berrendo se cazó de manera regular en México para alimentar a los mineros del norte. No fue sino hasta 1922 que se declaró al berrendo como una especie protegida a nivel nacional. Aun así, en 1993, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) tan solo registró 93 ejemplares en la península de Baja California.

Ante ello se estableció programas de recuperación del berrendo como una iniciativa entre la CONANP, la asociación Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable (ENDESU) y la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) para conservar el hábitat del berrendo mediante un programa de Pago por Servicios Ambientales.

Con tres subespecies endémicas en el país, el berrendo mexicano (Antilocapra americana mexicana), el peninsular (Antilocapra americana peninsularis) y el sonorense (Antilocapra americana sonorensis), hoy la población total del animal terrestre más rápido de México se estima en cerca de 1,600 ejemplares. En la península de Baja California, la población de berrendos ha aumentado 32%.

Por Agencias