Un llamado a evitar que siga la destrucción y saqueo de elementos históricos en Guaymas, hizo público el reconocido historiador guaymense, Mauro Barrón.

En una detallada exposición en redes sociales sobre valiosos elementos del ayer de diversas construcciones locales que han sido sustraídas o dañadas, el autor y especialista en edificaciones del antiguo Guaymas, urge a que se procure evitar que siga afectándose o se pierda ahora el kiosco de la plaza 13 de julio.

A continuación el relato sobre las delicadas afectaciones que ha sufrido nuestra ciudad en cuanto a edificaciones o piezas antiguas:

Se acuerdan de la escultura de Venturi del angelito de mármol que estaba sobre el sepulcro del niño de Alejandro Boido Basozabal, sí aquel que indebidamente fue sustraido del cementerio de San Fernando por una pariente, más no descendiente, de oficio arquitecta y que hoy lo exhibe en el jardín de su casa… Pues ésta acción abrió la puerta para que en los años siguientes comenzará la rapiña de cercos y cruces de hierro vaciado elaborados en su mayoría en las fundiciones de Sinaloa y la Compañía Industrial y Explotadora de Maderas y así siguieron… la destrucción de los mausoleos o panteones de las familias Cosca, Chisem, Aguayo y García Cobos, claro sin pasar por alto los monumentos funerarios de zinc (bronce blanco) de la señorita Victoria Sandoval, de su cuñado don José H. Calvo y el irrecuperable monumento de don Francisco Seldner, a esta destrucción masiva e indiferente, se han sumado muchísimas sepulturas en mármol y en ese mismo material las esculturas de Baldassi y Volphi sobre las tumbas de don Carlos Conant y en el panteón de la familia De la Huerta Marcor… y la cosa no termina ahí, la capilla de las sacerdotes del templo de San Fernando, reducida a paredes y techo y para colmo hace poco se llevaron hasta las rejas del acceso principal al camposanto, si aquellas elaboradas en Kansas…

Ahora toca su tiempo al kiosco de la plaza 13 de julio, aquel que celebra su cumpleaños en Guaymas cada 16 de septiembre desde 1910…

Ojala ahora si evitemos que al kiosco no le suceda lo mismo que al Banco de Sonora, la casa Ricaud o Banco Occidental de México, el hotel Albin y el edificio de Iberri y las desaparecidas casas Marcor, Martinon, Strevel, Hotel Guaymense y todas aquellas que cayeron en manos de quienes no supieron valorarlas, como recientemente lo hizo Germán Uribe con su rescate del edificio de la antigua sucursal del Banco Nacional de México.

Por Agencias