El rosa en el México prehispánico
El color rosa es considerado uno de los tonos más antiguos del mundo; en México tiene presencia desde la época prehispánica, donde era llamado chichiltic, término usado para designar una gran gama cromática que incluía el anaranjado, morado, rojo intenso, magenta y rosa.
Los antiguos mexicanos utilizabas flores, elementos marinos, comida, semillas, insectos, gusanos y plantas para poder lograr las diferentes tonalidades; por ejemplo, con la pulpa del capulín se obtenía el color morado, con los tallos del girasol se obtenía el verde y con la flor de cempasúchil en color anaranjado.
El rosa, por su parte, era el resultado de la mezcla del color morado (que era obtenido de la grana cochinilla) con la piedra de alumbre. Con esta mezcla también se podían obtener colores como el rojo-naranja, morado, rosa mexicano y café-rojizo.
El tono magenta/rosa fue frecuentemente usado en los textiles; de hecho, con la llegada de los españoles el uso de la grana cochinilla se extendió a otras partes del mundo.
Durante varios siglos, el rosa mexicano estuvo presente en el país: en la vestimenta, joyería, juguetes, artesanías y muchas residencias del país; no obstante, no era nombrado de esa forma.
El origen del rosa mexicano
El origen del rosa mexicano no se puede precisar a un solo momento en la historia; sin embargo, podemos identificar un suceso clave que marcó su reconocimiento y popularización: la creación del «Mexican Pink» por Ramón Valdiosera.
Valdiosera fue un diseñador y artista de origen veracruzano, quien influenciado por el nacionalismo mexicano post revolucionario comenzó un viaje por todo México, esto con el objetivo de conocer la cultura, costumbres y tradiciones de los diversos pueblos que lo componen. Con este conocimiento decidió impulsar un tipo de diseño que consistió en retomar la indumentaria indígena a través del estilo New Look, caracterizado por el minimalismo.
Dicho artista mencionó en varias ocasiones que él fue quién denominó como “rosa mexicano” al color rosado con tintes rojos y purpuras. De acuerdo con una anécdota del diseñador, fue después de la presentación que tuvo en la Primera Semana de México en Nueva York, realizada en el año de 1949, cuando, tras la presentación de una colección de 20 vestidos bordados y estampados, se le preguntó por qué tenían un tono rosado buganvilia, a lo que Valdiosera contestó: “porque en México todo es de ese color, los rebosos de las mujeres, los muros, los dulces…”. Con lo que el entrevistador asumió que ese tono era el rosa mexicano.
Para Ramón Valdiosera, el magenta era un símbolo de feminidad, además de que era un elemento que dotaba de identidad al país, ya que en sus viajes por el territorio pudo ver que la vestimenta indígena, los dulces típicos, los adornos, los juguetes y un sinfín de elementos eran color rosa mexicano.
La presencia del rosa mexicano en el país
A partir de este momento, el rosa mexicano formó parte de la identidad nacional y tuvo gran reconocimiento a nivel internacional. Artistas como María Félix o Dolores del Río incluyeron el tono rosado en sus prendas; algunos arquitectos como Luis Barragán usaron en sus proyectos y diseños el color.
Actualmente, son varias las dependencias e instituciones que incluyeron el color rosa como parte de su identidad gráfica; el Instituto Nacional Electoral (INE), el logotipo de la marca “México”, los taxis de la Ciudad de México, Correos de México, etc.
En muchas comunidades indígenas del país; las mujeres utilizan huipiles, blusas, delantales, fajillas o faldas bordadas en color magenta; y en pueblos de Oaxaca, Veracruz y San Luis Potosí aún se tiñen las prendas con la grana cochinilla.
También, el color rosa mexicano se encuentra presente en el medio físico, a través de árboles y plantas, las más conocidas son la buganvilia y el amaranto, flores y frutos que se encuentran en los jardines, casas y calles de todo el país.
El magenta mexicano es un color único y vibrante que ha cautivado a artistas, diseñadores y amantes del color durante siglos. Es un tono que ha dado identidad al país, ya sea a través de los textiles, la comida, la arquitectura, etc.
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