Augusto Pinochet era un actor, al menos así lo describe el fotógrafo neerlandés Chas Gerretsen, quien estuvo en Santiago en los primeros meses posteriores al golpe de Estado que terminó con el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile y dio pasó a una dictadura de 17 años. El general, que encabezó el levantamiento, siempre miraba directamente a la cámara cuando lo fotografiaban.
«Los actores siempre miran al lente cuando los fotografían, porque tu lente es el público y están tratando de transmitir al público qué tipo de persona es. Eso era Pinochet», dijo el fotógrafo en una entrevista con la agencia AFP.
Y quizás lo fue. Pinochet actuó lealtad al gobierno de Salvador Allende. El 29 de junio de 1973, el entonces segundo al mando del ejército chileno sofocó un levantamiento militar contra el gobierno de la Unidad Popular, conocido como “tanquetazo”.
Pinochet se había convertido en el comandante en jefe del ejército menos de tres semanas del 11 de septiembre. Fue el último líder de las fuerzas armadas en unirse al plan del golpe, apenas dos días antes.
50 años después del golpe de Estado y 33 años tras el fin de su dictadura, aún es una figura que divide a los chilenos, más en un momento en el que la polarización política del país ha hecho que posturas de derecha más radical tomen fuerza.
Sus primeros años
Augusto José Ramón Pinochet nació el 25 de noviembre de 1915 en Valparaíso, la misma ciudad en la que nació Allende. Fue hijo de de Augusto Alejandro Pinochet Vera, empleado de una sociedad aduanera, y de Avelina Ugarte Martínez.
Pinochet ingresó a la Escuela Militar el 11 de marzo de 1933 a los 17 años de edad, tras dos intentos fallidos.
Como alférez estuvo destinado en Concepción y como subteniente y teniente, en la Escuela de Infantería de San Bernardo. Ascendido a capitán, fue destinado a Iquique. Más tarde, estuvo a cargo del campo de concentración de Pisagua, creado a raíz de la persecución en contra del Partido Comunista durante el gobierno de Gabriel González Videla.
Como mayor, formó parte de una misión militar que tuvo la tarea de organizar la Academia de Guerra en Ecuador, por lo que permaneció en ese país durante 3 años. Más tarde, como general de brigada, fue comandante en jefe de la sexta división.
En 1970 ascendió a general de división.
En el plano personal, Pinochet contrajo matrimonio el 30 de enero de 1943 con Lucía Hiriart Rodríguez, hija del abogado e importante político radical Osvaldo Hiriart Corvalán, con quien tuvo cinco hijos: Lucía, Augusto, Verónica, Marco Antonio y Jacqueline.
Su ascenso hasta Allende
Previo a la elección de septiembre de 1970 —en la que resultaría ganador Allende—, el comandante del ejército, el general René Schneider, fue asesinado por un grupo de ultraderecha. Tras su muerte, el general Carlos Prats fue nombrado en su puesto. Entonces, Augusto Pinochet se volvió en uno de sus colaboradores más cercanos.
En enero de 1972, Jefe del Estado Mayor y en octubre de ese año, Comandante en Jefe interino, ya que Prats se convirtió en Ministro del Interior en un momento en el que el gobierno Allende enfrentaba protestas por la crisis económica.
El 29 de junio de 1973, Pinochet ayudó a sofocar el llamado «tanquetazo», que fue un intento fallido de golpe de Estado encabezado por el coronel Roberto Souper, al mando del Regimiento Blindado N° 2 en contra del gobierno de Salvador Allende.
Poco después, y privado del apoyo del cuerpo de generales, Prats renunció a la comandancia en jefe, y el 23 de agosto fue reemplazado por el general Pinochet, por su propia recomendación al presidente Allende.
Su papel en el golpe de Estado
Liderado por el Vicealmirante de la Armada, José Toribio Merino, y el comandante de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, el golpe contra Allende fue planificado para el 11 de septiembre, debido a que ese día el ejército se encontraba concentrado en Santiago por la celebración de las Glorias del Ejército.
El 8 de septiembre, el general Arellano Stark solicitó el apoyo de Pinochet, pero éste no dio una respuesta definitiva.
“Al día siguiente, Salvador Allende informó al comandante en efe y otros generales del ejército que había decidido convocar a un plebiscito, con el fin de dar una salida a la grave crisis política. Ese mismo día, los cabecillas del golpe contaron con el apoyo de Pinochet.”, indica el sitio Memoria Chilena de la Biblioteca Nacional de Chile.
Tras el bombardeo a La Moneda, el poder fue asumido por una Junta Militar de Gobierno liderada por Pinochet, que primero fue nombrado Jefe Supremo de la Nación el 27 de junio de 1974 y, pocos meses después, el 17 de diciembre, Presidente de la República.
17 años en el poder
Augusto Pinochet dirigió los destinos de Chile durante 17 años, en el denominado régimen militar.
El gobierno de Pinochet fue conocido por su brutalidad contra la oposición y contra los seguidores de la Unidad Popular, el movimiento político que había llevado a Allende al poder.
La violación sistemática de los derechos humanos se llevó a cabo a través de los órganos estatales ya existentes (Fuerzas Armadas, Carabineros de Chile, Policía de Investigaciones), mientras que otros fueron creados especialmente para tal efecto, como fue el caso de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA, 1974-1977), el Comando Conjunto (1975-1977) y la Central Nacional de Informaciones (CNI, 1977-1990, sucesora de la DINA).
Entre 1974 a 1977, la DINA, al mando del coronel Manuel Contreras, actuó en forma selectiva y sistemática atacando a los dirigentes de los partidos políticos de izquierda que se encontraban en la clandestinidad, lo que elevó la cifra de detenidos desaparecidos a 1,102 en 1977.
Desde 1978 en adelante, la represión tomaría cauces más institucionalizados, manteniéndose la violación sistemática de los derechos humanos hasta el fin del régimen militar, como una forma de reprimir los movimientos políticos y sociales que protestaban por el retorno a la democracia.
A través de un plebiscito en 1980, se aprobó una nueva Constitución Política que establecía que Pinochet continuaría en la presidencia por un nuevo período de ocho años, cargo que asumió formalmente el 11 de marzo de 1981.
Asimismo, ascendió a Capitán General al año siguiente, grado de tradición colonial que no se había ostentado en nuestro país desde los comienzos de su vida republicana.
De acuerdo con el informe de la Comisión Nacional de la Verdad y Reconciliación o Informe Rettig —publicado en 1991—, 3,196 personas murieron por violencia política, de los cuáles, 1,185 fueron detenidos políticos desaparecidos. Sin embargo, el informe Valech, de 2004, habla de hasta 25,000 personas que denunciaron ser víctimas de la represión dictatorial.
El neoliberalismo
Desde un comienzo, fue notorio que no todos los militares compartían la adhesión al neoliberalismo. De esta forma, el conflicto ideológico al interior de la Junta Militar tuvo como eje principal la disputa entre las orientaciones nacional-corporativistas y las tendencias proclives al neoliberalismo. Hacia el año 1978, el triunfo del neoliberalismo como doctrina ideológica de la Junta fue evidente.
«Este proceso se dio con crímenes, Pinochet asesinó a dos generales de alto rango que estaban en contra del neoliberalismo, pero que habían participado en el golpe contra Allende», dijo Alfredo Sepúlveda, académico de la Universidad Diego Portales de Chile, a Expansión en junio de 2021.
La aplicación de las políticas de shock durante los años 1974 a 1976, las orientaciones de Milton Friedman en su visita a Chile en 1975, y las reformas conocidas como «las siete modernizaciones» de 1979, fueron las medidas más importantes de este modelo económico y social neoliberal hacia la construcción de la «sociedad libre», centrada en un mercado libre de restricciones político-ideológicas.
Las reformas neoliberales implementadas en Chile durante las décadas de 1970 y 1980, significaron en términos económicos y sociales la proyección de una nueva manera de afrontar el desarrollo de la sociedad, constituyéndose en una revisión radical de la política económica del país durante los últimos tres cuartos del siglo XX.
La primera etapa del modelo neoliberal chileno, que comprendió los años 1974 a 1982, se caracterizó por una férrea ortodoxia de los postulados liberales suscritos por los Chicago boys.
Esto se tradujo en una extrema liberalización de las importaciones, sello distintivo de las principales áreas estratégicas: la política anti-inflacionaria, las reformas del sistema financiero y la apertura comercial hacia el exterior.
La crisis cambiaria de 1982-1983, originada por la devaluación del tipo de cambio real, por la duplicación de la deuda externa y por un retroceso de las exportaciones, significó un giro en las decisiones económicas adoptadas hasta ese momento por Pinochet y su equipo asesor.
El fin de la dictadura
Desde 1983 se inició una fuerte oposición al régimen, situación que culminó con el triunfo de la opción «NO» en el plebiscito de 1988.
Como consecuencia de esto, y tras la realización de un nuevo plebiscito en 1989 que tuvo como objeto reformar la Constitución para garantizar la futura gobernabilidad democrática, el 14 de diciembre de 1989 se realizaron las primeras elecciones presidenciales y parlamentarias.
El ganador de estas elecciones fue el demócrata cristiano Patricio Aylwin.
Pero esto no significó el fin de Pinochet. Tras entregar el poder el 11 de marzo de 1990, este continuó como comandante en jefe del ejército, tal como lo establecía la Constitución dictada durante su régimen.
El 11 de marzo de 1998, al día siguiente de abandonar la comandancia en jefe, Pinochet volvió a participar activamente en la política del país cuando asumió como senador vitalicio.
Su fuero parlamentario no impidió que se iniciaran diversos procesos judiciales en su contra. Caso emblemático fue su detención en Londres en octubre de 1998 y el caso Riggs, que lo acusaba de malversación de fondos públicos.
Aunque estuvo detenido 17 meses en Londres por orden del juez español Baltasar Garzón —que aplicó el principio de justicia universal para poder procesarlo— los trámites aguaron su extradición a España para que fuera juzgado y terminó volviendo a Chile por salud.
A su muerte, ocurrida el 10 de diciembre del 2006, recibió honores fúnebres únicamente como excomandante en jefe del ejército y no como expresidente.
Pinochet murió sin condena ni enfrentar a la justicia chilena.
Una figura divisiva en Chile
A pesar de que murió hace 16 años, Pinochet aún es un motivo de discusión entre los chilenos.
De acuerdo con los datos de una encuesta del Latinobarómetro publicada en junio de este año, el 36% de los chilenos que opina que los militares “tenían razón” para encabezar el levantamiento, según encuestas recientes a la población.
Hace 10 años, esa cifra era la mitad: un 18% lo justificaba, indica un reporte de la agencia AP sobre la encuesta.
Aún la mayoría califican a Pinochet de dictador (64%); en contraste van en aumento quienes defienden que su régimen militar fue “en parte bueno y en parte malo”, son un 47% de los consultados.
«Hemos avalado la existencia y permanencia de esta idea de que Pinochet no hizo puras cosas malas. Esto es un fracaso cultural de los demócratas”, dice la economista Marta Lagos, directora de la encuesta regional Latinobarómetro, en entrevista con BBC Mundo.