“Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he

Hechos 10,25-26.34-35.44-48

1 Juan 4,7-10

Juan 15,9-17

La palabra de Dios en este sexto domingo del Tiempo Pascual nos invita a entender y a poner en práctica el mandamiento del amor que nuestro Señor Jesucristo nos dejó hace dos mil años.

El evangelio continúa la parábola de la vid y los sarmientos que escuchamos hace ocho días. Jesús, el domingo pasado, nos hablaba de “permanecer en él para poder dar fruto abundante”. Ahora, él nos dice con toda claridad que nos ama como el Padre lo ama y, además, que permanezcamos en su amor: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor”.

Pero, ¿qué significa permanecer en su amor? Él mismo nos responde: “Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor”. Aquí tenemos el primer mensaje práctico para nuestra vida: si queremos permanecer en la dinámica del amor divino, necesariamente debemos de vivir en gracia de Dios, observando los mandamientos. Si hacemos esto seremos plenamente felices: “Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.

Nuestro Señor, inmediatamente, explica, o mejor aún, describe los (sus) mandamientos, sorprendiéndonos con una afirmación categórica: “Éste es mi mandamiento”. Aquí, sin duda, está hablando como Dios, como Legislador Supremo. Su mandamiento es: “que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”. Mandamiento conocido, pero con un contenido totalmente nuevo (“como yo los he amado”). He aquí el gran reto que nos propone el Maestro: debemos amar a nuestros prójimos de la misma manera como él nos ha amado, es decir, hasta dar la vida por ellos.

El texto del evangelio termina reafirmando el tema central de la palabra de Dios de este domingo: “Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros”.

El apóstol san Juan, en la segunda lectura, relaciona el amor al prójimo con Dios mismo, llegando a afirmar verdades fundamentales: “el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor”. Esta última afirmación que expresa la esencia misma de Dios (“Dios es amor”) orienta y da sentido a la relación que tenemos con él y con nuestros hermanos.

Le pedimos al Señor, en la eucaristía de este domingo, que nos ayude a comprender que Dios es amor y que el modo como debemos amar a nuestro prójimo es como él nos ha amado, hasta dar la vida.

¡Que tengan un excelente domingo!

Monseñor eal, Arzobispo de Hermosillo,

Por Agencias

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