Hermosillo, Sonora.- Analia Carreras llegó desde Argentina hasta Hermosillo para tomar unas pequeñas vacaciones, pero al conocer La Ciudad de los Niños y las labores que realizan en este lugar, decidió quedarse; desde 2022 apoya en la organización como madre sustituta.

La mujer de 53 años viajó hasta Sonora para visitar a su hija y nieta, quienes residían en la capital sonorense, y fue una amiga suya, que es maestra, quien le propuso ser madre sustituta, momento en que comenzó su interés por la causa.

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Carreras decidió investigar sobre el lugar en internet y, posterior a eso, lo conoció en persona; relató que cuando vio su iglesia y los niños la rodearon y le expresaron su deseo de que se quedara en la ciudad, ella dijo “este es mi lugar”.

“Hace dos años que estoy, vine a visitar a mi hija que vive acá hace cinco, tengo una nieta de dos años.

Tenía una maestra amiga que me dijo que andaban buscando una mamá en la ciudad de los niños. Lo primero que hice fue entrar a internet a ver cómo era y me gustó mucho. Entonces me vine, me recibió la directora Lorena y me mostraron el lugar, lo primero que vi fue la iglesia, fue lo que me impactó y dije ‘este es mi lugar’, porque me impactó la iglesia.

Y me rodearon los chicos y como soy argentina, para ellos era curioso, entonces me empezaron a contar y me decían ‘ojalá que te quedes’, y le dije, vamos a ver qué dice la directora y ustedes pídanle a la virgencita, les dije, porque desde que mi hija está acá yo me hice muy devota a la virgen de Guadalupe, me encanto, me gusta mucho el lugar, vine por unos meses y ya hace dos años que estoy acá”.

Lo que serían unos meses se han convertido en dos años, en los que ha sido apoyo y calidez para niñas y niños entre los 9 y 15 años.

Compartió que le gusta la manera en la que se trabaja, además de que se ha hecho amiga de las otras madres sustitutas y se considera feliz en el hogar, aunque reconoció que sus únicos choques culturales han sido la comida y el clima.

“Se me complica a mí, a ellas no, y tengo que decir que últimamente están diciendo ‘qué picante, qué picante’, porque ya se acostumbraron, pero yo no como nada de picante.

No me gusta el picante, pero si les cocino a ellas, ellas comen sus salsas, siempre le están agregando. Yo hago mucha comida argentina y ellas le agregan picante y yo les digo ‘che, me están arruinando la comida’”.

Por Agencias