Entre los mayas, el casicazgo de Ecab era uno de los más prestigiosos duratne el Periodo Posclásico, hace más de 1,000 años. Conocidos como ‘tierra-negra’, su jurisdicción ocupó gran parte de la actual Península de Yucatán, al sur de México. Como tal, sus líderes pensaron en construir una ciudad-estado majestuosa, que cumpliera la función de centro político de control, al tiempo de convertirse en su ciudad sagrada. Los vestigios de aquella época dorada, hacia el siglo X d.C., quedaron registrados en las piedras del sitio arqueológico de San Miguelito. Esto es lo que sabemos.

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San Miguelito: una ciudad maya de palacios y comercio

Detalle de la ‘Gran Pirámide’ en el sitio arqueológico de San Miguelito, localizado en el municipio de Cancún, junto al Museo Maya.Avecus/Wikimedia Commons(CC0)

Durante su mayor apogeo, el actual sitio arqueológico de San Miguelito fue una capital imperial. Con castillos, calzadas y pirámides con 12 metros de base, fue una de las ciudades mayas más opulentas y poderosas del periodo posclásico (1,200 d.C.—1,500 d.C.). Hasta ahora, los arqueólogos han logrado desenterrar 14 estructuras monumentales en el yacimiento, así como un conjunto de unidades habitacionales.

Construida para venerar a su dios patrono, Chaac, el dirigente de las aguas, los cenotes y el mar, la antigua capital sagrada de Ekab vivió dos etapas. De acuerdo con las investigaciones del Instituto Nacional de Antropología e Instoria (INAH) en México, son los siguientes:

Primer periodo: entre el siglo XIII y XIV, cuando se construyeron los principales edificios monumentales

Segundo periodo: hacia el siglo XVI, tras el contacto con los invasores europeos, cuando la ciudad se abandonó a causa de la pobreza

Una iguana adulta toma el sol sobre una de las piedras del sitio arqueológico de San Miguelito, en el municipio de Cancún, México.Avecus/Wikimedia Commons(CC0)

Durante el primer periodo, el casicazgo de Ekab entabló relaciones comerciales y políticas con otras grandes urbes mayas. Entre ellas, Tulum, Xcaret y Xelhá. Los arqueólogos han encontrado similitudes arquitectónicas entre estas tres ciudades, así como de otros sitios menores en la Costa Oriente de la Península.

Además del intercambio cultural, se sabe que los pobladores del casicazgo de Ekab distribuyeron su producción de “sal, miel, copal y algodón” entre las demás ciudades-estado mayas. La posibilidad de explotar el comercio de esta forma les ayudó a extender sus influencias económicas y políticas en toda la Península.

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La ciudad de Chaac y las mujeres peregrinas

Vestigios arqueológicos exhumados del Palacio de Chaac, encontrado en el sitio arqueológico de San Miguelito en Cancún, al sur de México.Avecus/Wikimedia Commons(CC0)

Chaac es el dios maya del agua y la tormenta. Con ojos serpentinos en espiral, y un par de colmillos afilados, se le representó comúnmente con una víbora en las manos. En el mundo prehispánico, ésta fue la representación principal del agua. En algunos códices, incluso, se une la cabeza del dios con un cuerpo largo de reptil. No es casualidad, por lo tanto, que las excavaciones en el sitio arqueológico de San Miguelito hayan revelado los cimientos del palacio dedicado al dios de la lluvia.

Ya que Chaac consolida la sacralidad del agua, los mayas lo consideraban una deidad agrícola. De él dependía que la tierra floreciera con abundancia. Así también, explica la historiadora Mercedes de la Garza en Antropología mexicana, entre sus manos estaba la posibilidad de escasez: “a veces lleva una antorcha, símbolo de sequía, ya que de él dependía que lloviera o no”.

Vista de la escalinata monumental de ‘La Pirámide’ en el sitio arqueológico de San Miguelito, en Cancún, México.Carmen Alcázar/Wikimedia Commons(CC BY-SA 4.0)

Por lo cual, los arquitectos del casicazgo de Ecab se encargaron de construirle un palacio “de amplios espacios interiores y un vestíbulo con columnas”, según lo describe la Secretaría de Cultura del país. Este espacio señorial se construyó durante la primer etapa de desarrollo del actual sitio arqueológico de San Miguelito. De manera paralela, los pobladores del casicazago de Ekab construyeron un culto a la diosa Ixchel, “deidad de la partería, fertilidad, medicina y tejido”, según la describe el INAH.

Según los hallazgos de la institución, era una obligación relgiosa femenina visitar el santuario de la diosa de la fertilidad. No sólo eso: parece ser que “todas las mujeres de los asentamientos mayas en el continente hacían la peregrinación […] en algún momento de su vida”. En la actualidad, así como las mujeres mayas del posclásico, es posible visitar la antigua ciudad sagrada del casicazgo de Ekab. A un costado del Museo Maya, en el kilómetro 16.5 del Boulevard Kukulkán de Cancún, las ruinas de la antigua sagrada aún descansan bajo las copas de los árboles en la selva.

Por Agencias