El Papa Francisco dijo el sábado desde Mongolia, en unas palabras que parecían dirigidas más a China, país vecino, que los gobiernos no tienen nada que temer ante la Iglesia católica, porque no tiene una agenda política.

Francisco, de 86 años, hizo sus comentarios en Mongolia, donde sólo hay 1,450 católicos y donde la pequeña comunidad mantiene buenas relaciones con un gobierno que ha expresado su aprecio por sus actividades sociales, sanitarias y caritativas.

En su primer día oficial en Mongolia, el gobierno agasajó al Papa con actos tradicionales, como un desfile en el que participaron hombres a caballo vestidos como antiguos guerreros mongoles.

En un discurso dirigido a obispos, sacerdotes, misioneros y agentes de pastoral, dijo que Jesús no dio ningún mandato político a sus apóstoles, sino que les dijo que aliviaran los sufrimientos de una “humanidad herida” a través de la fe.

“Por esta razón, los gobiernos y las instituciones seculares no tienen nada que temer de la labor evangelizadora de la Iglesia, ya que no tiene una agenda política que promover, sino que está sostenida por el poder silencioso de la gracia de Dios y un mensaje de misericordia y verdad, que está destinado a promover el bien de todos”, afirmó.

Pekín ha seguido una política de “sinización” de la religión, tratando de erradicar las influencias extranjeras e imponer la obediencia al Partido Comunista. Un acuerdo histórico de 2018 entre el Vaticano y China sobre el nombramiento de obispos ha sido tenue en el mejor de los casos, con el Vaticano quejándose de que Pekín lo ha violado varias veces.

Francisco habló en la Catedral de los Santos Pedro y Pablo, una pequeña iglesia construida en forma de ger -una casa nómada tradicional redonda, parecida a una tienda de campaña- que venera una estatua de la Virgen María encontrada en la basura hace 10 años.

Entre el público se encontraba el máximo clérigo católico de Hong Kong, el arzobispo Stephen Chow, que en abril realizó la primera visita a la capital china de un obispo de la excolonia británica en casi 30 años. Chow, que será nombrado cardenal por el Papa este mes, dijo a la prensa que espera que la Iglesia de Hong Kong pueda ser un “puente” con la China continental.

Chinos viajan a Mongolia pero temen represalias a su regreso

En China viven unos 12 millones de católicos que, durante décadas, han tenido que lidiar para mantener su fe, entre celebraciones religiosas estrictamente controladas por el Partido Comunista e iglesias clandestinas apoyadas por el Vaticano.

Formalmente, la Constitución china garantiza la libertad religiosa, pero las oenegés afirman que las organizaciones religiosas se enfrentan regularmente a persecuciones y que se obstaculiza la libertad de culto, una tendencia reforzada durante el mandato de Xi Jinping.

La primera visita del papa a Mongolia empujó a varios de ellos a viajar para ver al sumo pontífice, pero permaneciendo discretos para evitar represalias a su regreso.

En la plaza principal de la capital, Ulán Bator, donde los fieles se reunieron para ver al papa argentino, varios de ellos se tapaban la cara con mascarillas y gafas de sol.

Una mujer china dijo a la AFP que ella y sus compañeros de viaje estaban obligados a “pasar desapercibidos”, aunque en la plaza ondeara una bandera china.

“En la aduana nos preguntaron si somos católicos y les dijimos que estamos de turismo”, explicó la mujer, que pidió permanecer en el anonimato.

Hay “mucha presión sobre los católicos en China. Tememos ser invitados a ‘conversaciones’ a nuestro regreso”, subraya, eufemismo que designa las convocatorias a los interrogatorios de los servicios de seguridad.

Según contó, ella viajó a Mongolia con otras veinte personas desde el norte de China. “No nos arriesgamos a que otros sepan de nuestro viaje”, dijo.

El Partido Comunista Chino es oficialmente ateo y ejerce un control estricto sobre las instituciones religiosas, supervisando los sermones y seleccionando a los obispos.

Según dijeron, los fieles entrevistados por la AFP esperan que los lazos se refuercen y algunos incluso sueñan con una visita papal.

“Espero que venga a China”, afirmó una mujer de 75 años llamada Kong. Ambas partes “deberían entablar conversaciones diplomáticas”, añadió.

Tamir Amarjargal, un turista de 26 años de la región china de Mongolia Interior, expresó el mismo deseo, aunque él no sea católico. “Es muy raro que el papa visite Asia”, comentó.

Lu Lei, un ingeniero petrolero originario de la provincia china de Heilongjiang (norte), tampoco es creyente pero afirmó que la cultura católica le interesa.

Mientras preparaba su visita a Mongolia, el hombre, de 38 años, vio la serie de televisión “The Young Pope”, protagonizada por un papa estadounidense ultraconservador interpretado por Jude Law.

“Espero que el papa visite China. Todos los países deberían permitir a la gente practicar su religión libremente”, señaló.

Con información de Reuters y AFP

Por Agencias