¿Cómo elige una hembra al macho que será el papá de sus crías? Evidentemente depende de la especie, si bien en humanos existen varios criterios e incluso la elección es mutua, en otras especies son los machos quienes compiten de múltiples formas por el derecho de aparearse con una o varias hembras. En el caso de las aves uno de los diversos métodos se da por medio de concursos de belleza entre machos.
En general, las aves presentan dimorfismo sexual, es decir, las características físicas de los individuos de cada sexo son muy distintas entre ellos. Mientras que en muchas especies las hembras suelen presentar colores más apagados y ser menores en tamaño, los machos son más grandes, tienen estructuras secundarias como penachos o bolsas en sus cuellos con la capacidad de ser infladas y, más evidente, cuentan con plumajes más variados y coloridos.
Uno de los ejemplos más claros de esto se da en una de las especies más llamativas, los pavos reales , mientras que las hembras son de un color café apagado, los machos son estos espectáculos visuales, con colas enormes de plumas modificadas especialmente para la competencia por la atención de su potencial pareja. Un plumaje más grande y colorido suele ser elegido por la hembra.
El despliegue visual del pavo real disuade la agresión física entre machos para el cortejo, pero no evita la lucha por territorio.
Es gracias a este tipo de competencia sexual que los conflictos físicos suelen ser poco frecuentes. Pero en el caso de organismos con dimorfismo sexual menos marcado los machos suelen recurrir a otro método, a veces más efectivo para el ganador pero potencialmente mortal para el perdedor, la agresión física.
Por mucho tiempo se ha creído que este último era el método al que recurrían los dinosaurios, titanes que dominaron la tierra hace millones de años. Y es que el solo imaginar a esos enormes animales peleando por el derecho a aparearse mientras la tierra se estremecía a sus pies da para un espectáculo digno de documentales y películas.
Un obstáculo al que se enfrentan los paleontólogos para este tipo de estudios es que el daño por agresión suele reflejarse en tejidos blandos, y generalmente no afectan el esqueleto, por lo que su preservación en fósiles es rara, dificultando el estudio del origen, patrones y evolución de esta conducta en organismos extintos.
Sin embargo, estos comportamientos de agresión se pueden inferir por comparación con otros organismos vivos dentro del grupo conocido como Archosauria, es decir, aves – que en sí mismos son dinosaurios – y Crocodilia – cocodrilos, caimanes y gavial -. Ambos grupos de organismos presentan competencia tanto de despliegue como de agresión, si bien esta última es más usual en Crocodilia.
Esto no quiere decir que no existan fósiles con marcas de pelea. Los tiranosauridos (Tyrannosauridae) son un grupo de dinosaurios carnívoros que dominaron sus nichos durante 20 millones de años, de ellos se desprende el inmensamente famoso Tyrannosaurus rex . Este grupo tiene uno de los mejores registros de conservación de fósiles, por lo que analizar la presencia y frecuencia de lesiones por agresión ha permitido a un grupo de investigadores darse cuenta de un cambio en las estrategias de competencia.
En este trabajo se analizaron los cráneos de tiranosauridos en diferentes grupos de edad, buscando heridas que son características del combate entre machos. Con estas observaciones los autores sugieren que estos dinosaurios, dado que eran los superdepredadores de su tiempo, posiblemente sólo hayan sido atacados por otros individuos de sus mismas especies, siendo poco probable que las más grandes cicatrices fueran ocasionadas por otras especies.
¿Quién, además de otro individuo de su misma especie, querría hacerle frente a un tiranosaurio?
A su vez, los investigadores observaron que las cicatrices eran muy semejantes a las que se ocasionan los machos de Alligator mississippiensis, un Archosaurio vivo, pero también eran consistentes con las de otros depredadores con los mismos patrones de comportamiento, incluyendo la edad, durante la competencia.
De peleas a muerte a concursos de belleza
Otra conclusión de los investigadores es que la aparente ausencia de cicatrices en otros grupos de dinosaurios, especialmente en el grupo que dio lugar a aves, podría ser indicativo de un cambio en la forma en la que se competía, y tendría que ver con la presencia de plumas.
Mientras que los grandes dinosaurios seguían peleando y mordiéndose, los pequeños, con estructuras emplumadas cada vez más complejas, pudieron comenzar a mostrar la forma de selección sexual que ahora podemos ver en aves, en las que el atractivo visual suele ser preferido por las hembras.
Sin embargo, también señalan que, dada la diferencia en tamaño y poder de los grandes y pequeños dinosaurios, la ausencia de marcas y cicatrices no necesariamente asegura dicha conclusión, ya que las mismas aves actuales rara vez dejan marcas permanentes en su combates físicos.
Solo un estudio más exhaustivo de fósiles, tanto de las pequeñas especies emplumadas como de las especies grandes y poderosas, podrá ayudar a inclinar la balanza por medio de más evidencias. A pesar de ello, el estudio comparativo con animales actuales parece darnos una buena correlación en un cambio muy interesante en la lucha por la atención de las hembras, en las que ciertos dinosaurios pasaron de tener peleas a muerte a ser elegidos por su belleza.
Referencias:
- Caleb M. Brown, et al. 2022. Intraspecific facial bite marks in tyrannosaurids provide insight into sexual maturity and evolution of bird-like intersexual display. Paleobiology, 48(1), 12-43. DOI:10.1017/pab.2021.29
- Paul R. Ehrlich, et al. 1988. Sexual Selection. Stanford University. Consultado el 5 de agosto de 2023