La tarde del 18 de agosto de 2021, la ausencia de la entonces coordinadora de los diputados federales de Movimiento Ciudadano, la jalisciense Fabiola Loya, estuvo a punto de ayudarle al oficialismo a meterle un gol a los opositores en la Comisión Permanente de ese año y mostró un problema interno en Movimiento Ciudadano que, a final de cuentas, quedó como tema conocido sólo por los emecistas.

Loya, entonces diputada del Distrito 6 de Jalisco se fue de viaje y su suplente, Gabriela Medina, se reportó con covid-19, por lo que la sesión de la Comisión Permanente del 18 de agosto, en la que Morena intentó imponer un periodo extraordinario para cumplir con el deseo presidencial de aprobar las leyes de Revocación de Mandato, Juicio Político y Orgánica de la Armada se hicieran realidad en los plenos de ambas Cámaras; plan que había sido rechazado por el bloque PAN, PRI, MC y PRD.

Unos días antes, el 6 de agosto, la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se había reunido con las bancadas que conforman el oficialismo para pedirles que aceleraran el extraordinario, que no era fácil, porque tenía 24 de los 25 votos necesarios para tener la mayoría calificada.

Ese 18 de agosto de 2021, la ausencia de Loya y Medina facilitaba a Morena lograr la mayoría calificada, pero no contaba con que el petista Joel Padilla se ausentaría y con un total de 35 legisladores presentes, los 23 votos morenistas le fueron insuficientes.

Dante Delgado, entonces coordinador de los senadores de Movimiento Ciudadano, aplicó el liderazgo máximo de su partido y mandó a llamar a Fabiola Loya, quien debió cortar su viaje en el extranjero para estar puntual en la sesión del 19 de agosto, cuando también el PT obligó a Joel Padilla a asistir. Con un total de 37 legisladores, los 24 votos de los oficialistas fueron insuficientes y se frustró satisfacer el deseo presidencial.

En los corrillos políticos del Senado sonó cada vez con más fuerza que Dante Delgado había frenado un acuerdo que Olga Sánchez Cordero había logrado con el gobernador de Jalisco para ayudarle a abrir el extraordinario, al orillar a las legisladoras de Jalisco a ausentarse.

Por supuesto que cada vez que se intentó que Dante Delgado confirmara o desmintiera esta versión, la negativa a hablar del tema fue la respuesta.

El episodio de hace dos años, sin embargo, hoy es parte del contexto de lo que pasa en Movimiento Ciudadano en este 2023, cuando Enrique Alfaro cimbró a todo el partido el pasado martes al declarar que ya no trabajará más con él, que le desea suerte, que no está de acuerdo con la imposición de visiones desde la dirigencia nacional, de Dante Delgado, y que considera un error que Movimiento Ciudadano se niegue a ir en alianza con la oposición, porque eso implica aislarse.

Enrique Alfaro es el liderazgo político más importante de Movimiento Ciudadano. Su trabajo político en Jalisco llevó a que en 2018-2021 de los 14 diputados de mayoría que tuvo el partido, 12 fueran de Jalisco; además, de los 10 plurinominales, seis también fueron de Jalisco.

Y en la actual LXV Legislatura, de los 10 diputados de mayoría que ganó, siete son de Jalisco y de los 12 pluris que tiene, seis son de ese estado. Es decir, el liderazgo político de Alfaro, en beneficio de Movimiento Ciudadano es innegable.

Pero también es cierto que, a final de cuentas, Movimiento Ciudadano es de Dante Delgado y por eso aquel manotazo que dio en agosto de 2021 tiene relevancia en lo que sucede ahora, cuando el dirigente emecista se aferra a una percepción que no tiene sustento en la realidad: no es el único partido que puede vencer a Morena, porque no es la segunda fuerza nacional.

La posible división irreversible de Movimiento Ciudadano es un riesgo real y el golpe electoral en 2024 será muy duro para ese partido, porque no bastan los deseos para que un anhelo se haga realidad. Y la política no son sueños, sino realidades.

Con Información de Excelsior

Por Agencias