El día 23 de agosto, en México se celebra a uno de los grupos de animales más imponentes y, por lo tanto, temidos de nuestro país, celebramos el Día Nacional del Cocodrilo. Esta fecha se enfoca en dar a conocer información sobre estos magníficos saurios, y concientizar a la población sobre la importancia que tienen en los ecosistemas que habitan.

En el territorio nacional podemos encontrar a tres de las 23 especies que existen de Crocodilia: el cocodrilo de río o real (Crocodylus acutus), cocodrilo de pantano (Crocodylus moreletii) y caimán (Caiman crocodilus).

Su aspecto recuerda bastante al de los dinosaurios, por eso mismo es que mucha gente los conoce como fósiles vivientes, por más que esto sea una contradicción – un fósil es la evidencia de vida de un organismo extinto -.

Los ancestros de los cocodrilos datan de hace 200 millones de años y los grupos modernos pudieron haber surgido hace más de 80 millones de años, sobreviviendo el impacto del meteorito que acabó con los dinosaurios grandes – recordemos que las aves son dinosaurios.

Es inevitable ver un cocodrilo y pensar en los dinosauriosMark Kostich / istock

Los cocodrilos cuentan con una suerte de armadura que cubre su cuerpo por su parte dorsal y los protege de los ataques de otros animales, esta se forma a partir de osteodermos, depósitos óseos que se encuentran en la piel. En su parte ventral su piel es lisa y suave.

Su mordida es muy poderosa, si bien no tienen la capacidad de masticar y en realidad tragan entera su comida, si una presa es muy grande realizan un movimiento giratorio con todo su cuerpo mientras la muerden, de tal forma que pueden desgarrarla y alimentarse de pedazos más pequeños.

Su importancia ecológica tiene que ver con la depredación, al controlar las poblaciones de otros animales, además de integrar nutrientes al ambiente por medio de sus heces. También, gracias a la formación de nidos, en estructuras circulares, mantienen comunicados cuerpos de agua y de forma indirecta contribuyen con refugios para la fauna acuática en épocas de sequía.

La frase, “lágrimas de cocodrilo” se debe a que estos hermosos animales cuentan con glándulas lagrimales, solo que a diferencia de los humanos, ellos solo lagrimean para lubricar sus ojos, y en algunas especies que navegan en agua salada, también para secretar el exceso de sal.

Al ser animales ectotérmicos – que generan poco calor interno y usan la temperatura ambiental para subir la propia – los cocodrilos son animales que se encuentran inactivos buena parte del día. Sin embargo, este estado es engañoso, ya que el estar quietos y sumergidos también es una estrategia de cacería. Solo dejando la nariz y los ojos por encima de la superficie del agua los cocodrilos esperan pacientemente a que una presa esté cerca de ellos para atacar.

Su comunicación se da por medio de gruñidos, que aunque se considera poco estudiada los científicos han clasificado en cinco tipos distintos, llamados de eclosión, de contacto (o gruñidos), de advertencia, de molestia y de alarma. Estos últimos son de gran importancia mientras son bebés y juveniles, ya que alertan a su madre sobre posibles peligros o si han sido capturados, ya que los cocodrilos presentan cuidado parental, principalmente por la hembra.

Hablando de crías, el sexo de los bebés cocodrilos parece ser determinado en algún punto después de la puesta de los huevos por medio de temperatura, las fluctuaciones de grados centígrados en el nido modificará la tasa de machos y hembras, pero prácticamente siempre nacen ambos sexos.

Cuando comienzan a eclosionar los bebés hacen un llamado a su madre para que ayude a desenterrarlos y puedan salir a la superficie, fuera del nido la madre coloca a sus crías dentro de su hocico – incluyendo huevos sin eclosionar – para llevarlos al agua donde podrá cuidarlos.

Imagen. 42 – Madre cocodrilo con crías. Al pie: Los cocodrilos tienen cuidados parentales (como el cocodrilo del Nilo en la imagen), a pesar de ello no todas las crías llegarán a adultas. Michel VIARD /iStock

Los cocodrilos tienen cuidados parentales (como el cocodrilo del Nilo en la imagen), a pesar de ello no todas las crías llegarán a adultas.VIARD /iStock

Debido a su tamaño, forma, fuerza, siendo uno de los más grandes depredadores vivos, y por los hábitats en los que se encuentra muchas culturas los consideraban símbolos de poder y de fertilidad. Para los egipcios esto se manifestaba en dos entidades religiosas, Ammit, una suerte de demonio quien devora las almas de quienes no pasaron el juicio de los muertos; y Sobek, el dios del poder, protección y fertilidad.

Para las culturas mesoamericanas, el cocodrilo tenía un significado parecido al de Sobek, vinculando al saurio con la fertilidad, la lluvia y el rayo. Tlaloc, el dios de la lluvia, portaba un yelmo compuesto de su piel. La piel del cocodrilo representaba la tierra con sus surcos y valles, mientras que su hocico era la entrada al inframundo.

La importancia de este animal era de tal que se encontraron restos de cocodrilos en depósitos rituales en el Templo Mayor , muy lejano a los lugares donde habita cualquiera de las especies que se encuentran en México.

Lamentablemente no solo eso, en templos europeos durante la Edad Media se colocaban cocodrilos y serpientes muertas, en lo que los expertos consideraban podría ser una forma de representar el triunfo de la religión cristiana sobre los paganos – recordemos que los cocodrilos se encuentran en Asia y África en esa parte del mundo -.

A pesar de la creencia popular, los cocodrilos no atacan humanos a menos que sean provocados, en general prefieren alejarse de nosotros. La cacería desmedida por su piel y carne, el ataque “preventivo” de los humanos hacia ellos, la invasión de sus territorios y el cambio climático son algunas de las principales a las que estos magníficos saurios se enfrentan, por lo que el conocimiento que tengamos sobre ellos y las medidas que tomemos para ayudarlos, podrán contribuir a que vivan de forma plena como lo han hecho por los últimos millones de años.

Referencias:

  • Gordon Grigg and Carl Gans. 1993. Morphology And Physiology Of The Crocodylia. En “Fauna of Australia Amphibia and Reptilia” Vol. 2. Australian Government Publishing Service, Canberra. pp. 326-336.

Por Agencias