Hemos estado abordando distintas temáticas vinculadas con la preservación de la biodiversidad y cuidado del medio ambiente, observándose cada vez más en este último en particular, un incremento en el interés de buscar e implementar medidas a corto plazo para subsanar el efecto que la actividad antropogénica y la excesiva explotación de los recursos naturales ha ejercido sobre él y la humanidad misma.
Entre las medidas que se han estado barajeando desde hace tiempo para contrarrestar el efecto negativo sobre el ambiente, es la búsqueda de fuentes de energía alternativas y sostenibles ya que los yacimientos de petróleo cada vez se han ido reduciendo y por otro lado, el aumento del uso de combustibles derivados de esta fuente ha ido elevando la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera contribuyendo al calentamiento global.
En los últimos años, el biodiésel se ha proyectado como una alternativa más ecológica y sostenible en comparación a los combustibles derivados del petróleo ya que puede obtenerse a partir de recursos considerados como renovables.
El biodiésel, a diferencia de los combustibles convencionales, se produce a partir del aceite proveniente de diversas materias primas naturales como plantas y microalgas.
En un inicio, la producción de biodiésel comenzó a partir de cultivos comestibles como soja, canola y maíz; sin embargo, a pesar de que dichas fuentes vegetales manifiestan el perfil de ácidos grasos (contenido) adecuado para este fin y ofrecen altos rendimientos de aceite, su consideración para la producción de combustible genera controversias ya que la aplicación principal de estos cultivos va orientada al sector alimenticio y por otro lado, se pudiera ver comprometido el uso de suelo e incluso incurrir en deforestación para generar espacios para cubrir la demanda alimentaria y energética.
En vista de lo anterior, se ha bioprospectado dentro de la biodiversidad otras fuentes naturales que puedan cumplir con los requerimientos necesarios para la obtención de biodiésel y que no representen un perjuicio a otros nichos claves para el aprovechamiento sostenible de los recursos.
Entre las especies vegetales no comestibles que se perfilan como una alternativa viable para la producción de biodiésel son las pertenecientes a los géneros Camelina y Jatropha. La particularidad de las especies de plantas mencionadas anteriormente es que, además de producir semillas con una cantidad importante de aceite, son resistentes a condiciones que pueden ser hostiles para los cultivos comestibles por lo que sus requerimientos para crecer y desarrollarse no son tan estrictos y su uso ayudaría a reducir la presión sobre la tierra cultivable.
Por otra parte, otra fuente natural que es rica en una amplia gama de subproductos (entre ellos los lípidos) y que han sido consideradas como un recurso potencial para la obtención de biodiésel son las microalgas.
El uso de las microalgas como recurso natural para distintas aplicaciones cada vez adquiere más interés ya que, a diferencia de las plantas, la obtención de biomasa para la extracción de todos sus subproductos es más rápida, no requieren de tierras de cultivo y además pueden adquirir los nutrientes que necesitan para crecer a partir de aguas residuales.
No obstante, independientemente de la fuente que se seleccione, hay que conocer completamente su composición bioquímica ya que se ha corroborado que en ocasiones es necesario someter a los diferentes organismos a ciertas condiciones de cultivo para favorecer la cantidad del algún metabolito de interés o mediante mejoramiento genético inducir las características que se están buscando para una aplicación determinada.
El avance que se ha hecho en materia e identificación de organismos para la obtención de energía de forma sostenible ha sido de importante por lo que el uso de biodiésel representa una opción viable y amigable para el cuidado del medio ambiente.
Buen fin de semana.
Con Información de El Sol de Hermosillo