El conocimiento general es que durante millones de años el dominio de los dinosaurios fue absoluto. Mientras ellos hacían retumbar la tierra ante su tamaño y pesos enormes, los primeros mamíferos, pequeños y aterrados, no podían hacer otra cosa más que refugiarse en la oscuridad de la noche y esperar no ser devorados o aplastados por los enormes dinosaurios durante el día.

Sin embargo, cabe recordar que no todos los dinosaurios eran titanes de la naturaleza y que, probablemente, no todos los mamíferos vivían escondidos. Un fósil recién descrito en la revista Scientific Reports muestra una interacción prácticamente desconocida y hasta improbable: un mamífero atacando a un dinosaurio. El evento se dio justo antes de ser enterrados por los sedimentos de una erupción volcánica, dejando sus restos entrelazados a perpetuidad.

Los protagonistas

Los involucrados son Repenomamus robustus, un mamífero parecido a un tejón moderno y aproximadamente del tamaño de un gato – que se encontraba entre los mamíferos más grandes de su época -, y Psittacosaurus lujiatunensis, un dinosaurio herbívoro, con un pico semejante al de los loros, de tres veces su tamaño – comparativamente pequeño al lado de sus parientes -.

En 2005 ya se había publicado evidencia fósil que demostraba los hábitos alimenticios de R. robustus. En este caso se encontraron pequeños huesos pertenecientes a P. lujiatunensis en el estómago del mamífero, que se había alimentado de un dinosaurio bebé.

Este nuevo y asombroso fósil fue descubierto en 2012 por un campesino en la provincia Liaoning en el noreste de China, en la frontera con Corea del Norte. Los yacimientos del área de Liujitun se destacan por ser el lugar de enterramiento repentino de múltiples animales por la erupción de uno o más volcanes, un evento que puede aumentar sus probabilidades de conservación como fósiles.

La autenticidad del fósil

Un grupo de expertos, conformado por investigadores chinos y canadienses, estudió a detalle los restos de los animales y la composición de la roca en la cual se encontraban para comprobar su autenticidad, ya que, desafortunadamente, ha habido casos de falsificaciones.

Sus análisis concluyeron no sólo que el fósil era auténtico, sino que los animales fueron enterrados y fallecieron en un corto periodo de tiempo entre cada evento –sino es que fueron eventos simultáneos–. Es debido a ello que respaldan su hipótesis de una interacción de depredador-presa y no que el mamífero estuviera alimentándose del cadáver del dinosaurio.

En el espectacular fósil podemos ver al mamífero mordiendo el antebrazo del herbívoro mientras una de sus patas traseras queda prensada por una de las del dinosaurio.Canadian Museum of Nature

Las principales evidencias, de acuerdo a los autores, las respaldan en el hecho de que los huesos del dinosaurio no tenían marcas, algo común en animales devorados por carroñeros. Otra razón es la posición de los cuerpos de ambos, entrelazados en lo que parecería una lucha por la supervivencia, una posición difícil de lograrse si el dinosaurio ya hubiera estado muerto o el enterramiento hubiera juntado aleatoriamente a los animales.

El depredador era más pequeño que su presa

Este fósil es una evidencia sumamente rara, no sólo de la interacción de dinosaurios y mamíferos, sino de una relación que, generalmente, no se considera común: la de un depredador mucho más pequeño que su presa. Sin embargo, como bien apuntan los autores existen múltiples ejemplos de depredadores que, si la situación lo amerita, cazan animales más grandes que ellos, como el glotón (Gulo gulo) que puede cazar ovejas (Ovis spp), renos (Rangifer tarandus), e inclusive alces (Alces alces).

A pesar de que sabemos que los dinosaurios y los mamíferos han coexistido por cerca de 230 millones de años –porque todavía tenemos dinosaurios hoy en día, les llamamos aves– las evidencias usualmente han apuntado a que, hasta la caída del meteorito en lo que hoy es la Península de Yucatán, los mamíferos eran presa de los dinosaurios y estos sólo tenían que cuidar a sus huevos y crías. Este fósil podría ser un primer paso para romper ese paradigma si se llegara a encontrar más evidencia de interacciones como esta.

En este sentido los autores del artículo esperan que dadas las condiciones de preservación del registro fósil en esta área de China, junto con el descubrimiento de nuevos restos, además de la colección adecuada de información de los sitios de colecta, conviertan al yacimiento Lujiatun en un “laboratorio natural” para el estudio de la vida durante el Cretácico.

Este fósil nos da la extraña oportunidad de hipotetizar que tal vez no todos nuestros ancestros lejanos se la pasaban escondidos, sino que había algunos que, si bien eran la excepción, se alimentaban de los amos del planeta, aunque fuera de uno de los pequeños

Referencias:

  • Gang Han, et al. 2023. An extraordinary fossil captures the struggle for existence during the Mesozoic. Scientific Reports 13, 11221. DOI: 10.1038/s41598-023-37545-8
  • Canadian Museum of Nature. 2023. Unusual fossil shows rare evidence of a mammal attacking a dinosaur. Fossil: Mammal attacks dinosaur – Canadian Museum of Nature Consultado el 20 de julio de 2023.

Por Agencias