La humanidad ama a los gatos (Felis silvestris catus), es un hecho innegable establecido desde hace miles de años, cuando los egipcios los convirtieron en dioses y se mantiene hasta nuestros días a través de los millones de videos que circulan en internet; su culto ha permanecido, si bien las formas han cambiado. Sea que tengamos un michi en casa o no, su efecto en nuestra vida está presente aunque no nos demos cuenta de ello.

Uno de estos efectos se da en gran parte indirectamente, y a pesar de que los científicos alzan las alarmas sobre ello, en general es algo que el público general no quiere reconocer: la pérdida de la biodiversidad es una problemática muy grande, y los gatos son uno de los grandes contribuyentes a ello, estando implicados con la extinción de al menos 63 especies de vertebrados.

Depredadores eficientes

En todo el mundo, pero de forma especial en las islas, los gatos tienen un profundo efecto sobre la vida silvestre, principalmente por sus hábitos de cazador. Y es que, a pesar de unos 10 mil años de domesticación, los felinos mantienen conductas que les permiten ser depredadores bastante exitosos de un enorme abanico de presas, como pequeños mamíferos, reptiles, anfibios, aves e invertebrados, y en ocasiones hasta peces.

Los michis son cazadores de centenares de especies alrededor del mundo.iStock

Al ser cazadores tan eficientes y tan generalistas, se han convertido en un dolor de cabeza para muchos gobiernos y grupos de conservación ambiental debido a la serie de retos que generan para los esfuerzos de mantenimiento y recuperación de especies nativas.

Los gatos han acompañado a la humanidad a prácticamente todos los rincones del planeta. Pero, aunque en un mundo ideal todos los michis tendrían un hogar con humanos que los cuiden, miles de gatos viven en el medio ambiente de forma asilvestrada, o feral, lo que ha generado una problemática no sólo a nivel ecológico sino a nivel moral y legislativo. ¿Qué hacer con los gatos ferales?

Gatos ferales

Al hablar de gatos ferales nos referimos a los mininos que viven de forma libre sin la necesidad de personas. Algunos lamentablemente han sido abandonados, a veces por decisión humana y a veces por decisión del felino, muchos otros han nacido bajo esta condición. Dadas las particularidades de domesticación de los gatos, en general regresar a un “estado salvaje” no es muy difícil para ellos, ya que las herramientas para sobrevivir forman, de hecho, parte de su educación y desarrollo desde que son pequeños y son cuidados por sus madres, y que nosotros mismos perpetuamos por medio del juego.

A su vez, los números de gatitos en el medio ambiente pueden aumentar rápidamente. Con camadas de entre 1 a 8 mininos, una edad reproductiva tan pronta como los seis meses – en el caso de las hembras -, un periodo de gestación de tan sólo 9 a 10 semanas, y la posibilidad de tener entre dos a cuatro camadas por año, una sola pareja reproductiva puede convertirse en un par de años en una colonia de más de 20 gatos ferales, lo cual se vuelve un problema difícil de controlar con un impacto devastador.

La invasión de gatos ferales no sólo afecta de forma negativa a las presas, sino también a otros depredadores contra los cuales tendrán que competir por recursos, refugio y territorio, desplazándolos en el proceso. Los gatos también pueden acarrear enfermedades como rabia y toxoplasmosis, entre otras con graves consecuencias a las especies nativas.

El crecimiento poblacional de los gatos se facilita en lugares con numerosas presas y pocas amenazas.iStock

Independientemente si son ferales o domésticos, sus cacerías pueden tener efectos de cascada en los ecosistemas. Pensemos en un escenario simple, como nuestra casa. En ambientes urbanos como la Ciudad de México puede que sea más difícil, pero en ciudades en climas tropicales como Mérida, Tuxtla Gutiérrez, etc., la presencia de gatos en un hogar se puede sentir por cuántas veces nos pican los mosquitos o cuántas cucarachas vemos.

¿Por qué? En lugares como estos existen múltiples especies de reptiles que se alimentan de estos insectos, animales como las cuijas (Phyllodactylus sp.) ayudan a controlar sus poblaciones. Los gatos, al cazarlos o ahuyentarlos, provocan que las poblaciones de cucarachas y mosquitos crezcan sin control, lo que puede afectar nuestra salud.

Todo provocado indirectamente por nuestro amado michi, ahora dimensionemos su impacto en un ecosistema más complejo con presas que son polinizadores, dispersores de semillas, etc. y hasta los efectos económicos que pueden tener.

Control de la población

El crecimiento de las poblaciones ferales se intenta combatir con campañas de esterilización, adopción y concientización, de forma que, en la medida de lo posible, se disminuya el número de abandonos y de esta forma se reduzca la población de gatos que busca su alimento en el medio ambiente. Pero también por medio de la erradicación de los felinos en sitios donde su efecto puede ser más dañino.

En el caso de los domesticos, las campañas de información intentan convencer a los dueños que la mejor solución para estos problemas es mantener a sus gatos restringidos a sus hogares, no permitiendo que vaguen de forma libre, lo que también puede contribuir a evitar lesiones, atropellamientos, peleas, contagio de enfermedades como leucemia felina y SIDA felino, entre otros beneficios también para el gato.

La humanidad ama a sus michis, pero nuestro amor no debe cegarnos. La importancia de ser dueños responsables, adoptar, esterilizar y no permitir que salgan a depredar es incalculable, afecta su bienestar, el llevarnos bien con nuestros vecinos, hasta la economía, pero más importante, le da una oportunidad a las especies nativas que no tienen forma de competir contra una especie altamente adorable, pero letal. 

Referencias:

  • Isac Mella-Méndez, et al. 2021. Depredación de fauna nativa por gatos urbanos: ¿qué podemos hacer? En: Norman Mercado Silva, Ek del Val de Gortari. Manejo y conservación de afuna en ambientes antropizados (pp. 27-60). Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro.
  • Scott R. Loss, et al. 2013. The impact of free-ranging domestic cats on wildlife of the United States. Nature Communications 4, 1396. DOI: 10.1038/ncomms2380

Por Agencias