De acuerdo con el Códice Mendoza, los antiguos mexicas aplicaban un cruel castigo a los niños rebeldes que parecían no tener remedio.
Educar a un niño no es cosa fácil, especialmente en una sociedad que entiende la disciplina como algo fundamental en su estructura. Los mexicas, por ejemplo, identificaban a los niños rebeldes como un problema que podía superar el núcleo familiar y afectar a la comunidad. Por ello, se valían de métodos extremos, que hoy podrían ser considerados reprobables, para corregir su comportamiento, como aquel cruel –y muy picante– castigo que los antiguos mexicas aplicaban a los menores de edad que involucraba fuego y muchos chiles.
El cruel castigo que los antiguos mexicas aplicaban a los niños rebeldes
En 1541, Don Antonio de Mendoza, primer virrey de la Nueva España, encargó a un grupo de tlacuilos crear una guía que plasmara la historia del pueblo mexica. Este trabajo, conocido como ‘Códice Mendoza’ o ‘Mendocino’, estaba divido en los tres ejes clave de la organización político, social y económica del Imperio Mexica. En la primera sección se presentaba la alegoría fundacional de México-Tenochtitlán y se enumeraba a sus gobernantes y territorios conquistados. La segunda sección detallaba sus métodos de tributación, mientras que la tercera sección mostraba ciertas normas propias de la idiosincrasia de los mexicas.
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Dentro de este último apartado se insertaron dibujos que ilustraban las reprimendas físicas con las que los mexicas castigaban a los niños que habían roto sus reglas. Quizá el más interesante –y extraño– de los correctivos enlistados es aquel en el que se obligaba a los chicos a aspirar humo de chiles tatemados.
En la ilustración se puede ver a un adulto cargando a un joven de manera horizontal, con la cabeza por encima de una nube originada por chiles colocados directamente al fuego. Según explicaron los escribas encargados de traducir el códice a la orden de Carlos V, el padre castigaba al menor exponiéndolo sus ojos y nariz al humo, provocándole el llanto. Esta medida extrema se acompañaba con la interrupción del alimento, dejando al sancionado solo con una tortilla y media como comida.
Los otros correctivos terribles de los mexicas
Cabe señalar que sufrir por el humo de chiles quemados no es el único castigo reprobable –y un tanto absurdo– que los antiguos mexicas ocupaban para enderezar a los niños, considerados una parte importante de su sociedad.
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En el ‘Mendocino’ también se cuenta que a los niños que lloraban les untaban hierbas amargas en la boca. Aquellos que mentían, una de las faltas más grandes para los mexicas, eran picados en la lengua con espinas de maguey, pues no merecían hacer uso de aquel regalo sagrado que era el habla. Por su parte, los que robaban eran reprendidos con espinas clavadas en las manos y el cuerpo.

Azotar a los menores con hierbas de ortiga y condenar a dormir sobre tierra mojada a niños amarrados de brazos y piernas eran otros de los métodos extremos que utilizaban los mexicas para corregir el camino de sus infantes.
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